Jehová es, según los Testigos de Jehová, el nombre que el mismo Dios le reveló a su pueblo y que les encargó dar a conocer a la humanidad. Pero, ¿de dónde sale el vocablo «Jehová»?
Es de conocimiento de todos los estudiantes de la Biblia que la lengua hebrea, es originalmente una lengua consonántica, es decir, que el significado de las palabras surgía a partir de las combinaciones de las consonantes. En armonía con esto, en su adelanto escrito el hebreo es originariamente un lenguaje de consonante, vale decir, se escribían solamente las consonantes, y la pronunciación de las palabras se traspasaba por tradición. De este modo encontramos que en hebreo el Nombre de Dios se escribía: «YHWH»(lo que se ha designado «tetragrama sagrado»).
En la tradición judía más antigua, llevando al extremo el criterio de no usar en vano el Nombre de Dios, cuando leían el texto bíblico evitaba pronunciarlo, y lo reemplazaban por el vocablo «Señor», que en hebreo se dice «Adonai».
Cuando en la evolución del hebreo se comenzaron a escribir las vocales (que se representaban como puntos por debajo de las consonantes), y como un modo de evitar pronunciar el Nombre de Dios, cuando en los textos bíblicos aparecía el tetragrama, se le colocaban las vocales de Aedonai para que el lector recordara evitar pronunciar el Nombre sagrado.
Estos detalles del idioma hebreo, eran desconocidos en el Renacimiento cuando comenzaron a traducirse los textos sagrados a las distintas lenguas, por lo que los traductores de los siglos XV en adelante se encontraban con lo que parecía la palabra hebrea «Yaehowah», que tradujeron por «Jehová». Así aparece en muchas traducciones que optaron por utilizar el Nombre de Dios, en lugar de conservar el tradicional «Señor», hasta principios de este siglo.
Recién durante el siglo XX, con el desarrollo de la moderna lingüística y el estudio de las lenguas bíblicas, se pudo saber que la verdadera vocalización del tetragrama era «Yahvéh», como de hecho aparece hoy en la mayoría de las traducciones que utilizan el Nombre de Dios.
Cuando los Testigos de Jehová comenzaron su predicación, a fines del siglo pasado, ciertamente el vocablo «Jehová» aparecía en las traducciones al inglés de uso más frecuente. Y cuando el Juez Rutherford, «revela» que el nombre de los miembros de la Sociedad ha de ser «Testigos de Jehová», todavía no sabía que estaba proponiendo como revelado por Dios un error filológico. Pero hoy este ha podido ser claramente dilucidado.
Lo más llamativo, es que los testigos de Jehová hoy se confiesan conocedores del error filológico implícito detrás del vocablo, pero dedican largos y eruditos párrafos en los que mezclan la erudición con la polémica y el fundamentalismo para justificar su persistencia en el uso del mismo (Al respecto se puede revisar: Rutherford, Sea Dios Veraz, c. II; ¿Quién es Jehová? p. 20; La Verdad que lleva a Vida Eterna, c. 3; ¿Quién es Dios?, p. 17; Razonamiento a partir de las Escrituras art. Jehová, p.198; folleto El Nombre Divino que dura para siempre, New York, 1984; toda bibliografía propia de la Sociedad).
En este punto hay una pregunta que nunca encuentra respuesta. Si se admite que el término «Jehová» ha surgido como consecuencia de la ignorancia y el error de los primitivos traductores, ¿cómo podemos pretender que la Voluntad de Dios sea que se dé a conocer este nombre?, Y lo que es peor… que quien no acepte este nombre (este error podríamos decir) se condene.
Amigo, no soy Testigo de jehovà, ni los defiendo, pertenezco a la Iglesia de Cristo, pero te voy a hacer algunas humildes sugerencias.
1. Todos los estudiantes de la Biblia no saben que la lengua hebrea es una lengua consonàntica. No hables tus opiniones en nombre de todo el mundo. No generalices.
2. No refieras argumentos històricos como verdades absolutas. la historia y la linguìstiica estàn llenas de errores. Ahora hasta se questiona si Colòn fue un descubridor o no. Esa historia del nombre sagrado es lo que dicen los estudiosos humanos. la ùnica verdad absoluta es la de la biblia.
3. En tu afàn por refutar a los Testigos de Jehovà dices que los estudiosos ya aclararon que el nombre es YAHVEH Y NO JEHOVA. No acuses a otros de falsos usando argumentos tu parecidos. Hasta hoy 2011 las biblias que yo tengo dicen clarito JEHOVA.
4. Los testigos de Jehovà hacen lo mismo que tu, ellos dedican tiempo a estudiar que el vocablo es Jehova y tu a demostrar que es Yavhev. Eso te coloca en la misma condiciòn de ellos.
5. Ya no sigas hablando con fundamentos humanos y màs bien dedìcate a predicar el evangelio.
DIOS TE BENDIGA
siempre tratan da atacar a esa religion con cosas puntuales y falacias..buscan la paja en el ojo ajeno y no ven la vara que hay en el suyo.
Jehová (forma causativa, estado imperfecto, del verbo heb. ha·wáh [llegar a ser]; significa: “Él Causa Que Llegue a Ser”) es la palabra que designa el nombre personal de Dios. (Isa 42:8; 54:5. ) Aunque en las Escrituras se le identifica con títulos descriptivos, como “Dios”, “Señor Soberano”, “Creador”, “Padre”, “el Todopoderoso” y “el Altísimo”, su personalidad y atributos —quién y qué es Él— solo se resumen y expresan a cabalidad en este nombre personal. (Sl 83:18.)
“Jehová” es la pronunciación más conocida en español del nombre divino, aunque la mayoría de los hebraístas apoyan la forma “Yahveh” (Yavé). Los manuscritos hebreos más antiguos presentan el nombre en la forma de cuatro consonantes, llamada comúnmente Tetragrámaton (del griego te·tra, que significa “cuatro”, y grám·ma, “letra”). Estas cuatro letras (escritas de derecha a izquierda) se pueden transliterar al español como YHWH (o JHVH ) .
Dado lo anterior, las consonantes hebreas del nombre se conocen. El problema es determinar qué vocales hay que combinar con esas consonantes. Los puntos vocálicos se empezaron a utilizar en hebreo en la segunda mitad del I milenio E.C. No obstante, los puntos vocálicos hallados en manuscritos hebreos no proveen la clave para determinar qué vocales deberían aparecer en el nombre divino, debido a ciertas supersticiones religiosas que habían empezado siglos antes, de las que ya hablaremos después.
Como consecuencia de ello, el lector judío, con el paso del tiempo, empezó a utilizar los términos ’Adho·nái (Señor Soberano) o ’Elo·hím (Dios) en sustitución del nombre divino representado por el Tetragrámaton, y así evitaba pronunciarlo cuando leía las Escrituras Hebreas en el lenguaje original. Así debió ocurrir, pues cuando empezaron a usarse los puntos vocálicos en la segunda mitad del I milenio E.C. , los copistas judíos insertaron en el Tetragrámaton los puntos vocálicos de ’Adho·nái o de ’Elo·hím, seguramente para advertir al lector de que pronunciara esas palabras en lugar del nombre divino. Por supuesto, en las copias posteriores de la Septuaginta griega de las Escrituras Hebreas, el Tetragrámaton se hallaba completamente reemplazado por Ký·ri·os y The·ós.
Las traducciones a otros idiomas, como la Vulgata latina, siguieron el ejemplo de las copias posteriores de la Septuaginta. Por esta razón, la versión Scío, basada en la Vulgata, no contiene el nombre divino, aunque sí lo menciona en sus notas. Otro tanto ocurre con la versión Torres Amat (excepto en unas pocas ocasiones que sí aparece), mientras que La Biblia de las Américas emplea SEÑOR o DIOS para representar el Tetragrámaton en las Escrituras Hebreas cada vez que aparece.
El Códice de Leningrado B 19A, del siglo XI E.C. , puntúa el Tetragrámaton para que lea Yehwáh, Yehwíh y Yeho·wáh. La edición de Ginsburg del texto masorético puntúa el nombre divino para que lea Yeho·wáh. (Gé 3:14, nota. ) Normalmente los hebraístas favorecen la forma “Yahveh” (Yavé) como la pronunciación más probable. Señalan que la abreviatura del nombre es Yah (Jah en la forma latinizada), como en el Salmo 89:8 y en la expresión Ha·lelu-Yáh (que significa “ ¡Alaben a Jah! ”). (Sl 104:35; 150:1, 6. ) Además, las formas Yehóh, Yoh, Yah y Yá·hu, que se hallan en la grafía hebrea de los nombres Jehosafat, Josafat, Sefatías y otros, pueden derivarse del nombre divino Yahveh. Las transliteraciones griegas del nombre divino que hicieron los escritores cristianos, a saber, I·a·bé o I·a·ou·é (que en griego se pronunciaban de modo parecido a Yahveh), pueden indicar lo mismo. Sin embargo, no hay unanimidad entre los eruditos en cuanto a la pronunciación exacta; algunos hasta prefieren otras pronunciaciones, como “Yahuwa”, “Yahuah” o “Yehuah
Como en la actualidad es imposible precisar la pronunciación exacta, parece que no hay ninguna razón para abandonar la forma “Jehová”, tan conocida en español, en favor de otras posibles pronunciaciones. En caso de producirse este cambio, debería igualmente modificarse la grafía y pronunciación de muchos otros nombres de las Escrituras: Jeremías habría de ser Yir·meyáh; Isaías, Yescha‛·yá·hu, y Jesús, bien Yehoh·schú·a‛ (como en hebreo) o I· ē ·sóus (como en griego). El propósito de las palabras es transmitir ideas; en español, el nombre Jehová identifica al Dios verdadero, y en la actualidad transmite esta idea de manera más satisfactoria que cualquier otra de las formas mencionadas.
Aunque muchos eruditos modernos y traductores de la Biblia abogan por seguir la tradición de eliminar el nombre propio de Dios (alegando no solo que su pronunciación insegura justifica tal proceder, sino también sostenendo que la supremacía y singularidad del Dios verdadero hace innecesario que tenga un nombre distintivo), este punto de vista no cuenta con apoyo alguno en las Escrituras inspiradas, ni en las Hebreas ni en las Griegas Cristianas.