CRISTIANOS
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¿Puede Dios ser como el hombre, el cual suele tener amigos y simplemente amigos que más parecen conocidos?¿Tiene Dios preferencia entre sus amigos íntimos, invitando a algunos a su «mansión» y a otros no?¿Sienta Dios a algunos amigos íntimos suyos en su mesa, y a otros amigos íntimos suyos los sienta en la mesa de los domésticos?¿Es Dios un Dios parcial?¿Y qué podemos decir de Abraham, el hombre leal al cual Dios llamó SU AMIGO?¿Estará él lejos de su presencia y la de su hijo, morando en la tierra, mientras que sus otros amigos (los «ungidos») estarán con Él y su hijo en el cielo por mil años?¿Qué piensa usted, amigo Testigo de Jehová?
Hola, soy el Patriarca Abraham, y les comunico que El Cristo, yo, y los de Cristo, gobernaremos este mundo en la era venidera, pues nuestro galardón es sobremanera grande! ¿Quieren participar ustedes también con nosotros?
¿Es usted de Cristo o del diablo?¿Es Abraham su padre?¿Tiene usted la fe de Cristo y de su padre? Si la respuesta es un rotundo «SI», entonces usted también será un soberano en el mundo de mañana…¡incluyendo a Don Armando Valenciano, de la madre patria!
La verdad de quiénes pasan de muerte a vida en la presente era maligna, previa al reino milenial.
1 Pedro 1:6: En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas PRUEBAS 7: para que sometida a PRUEBA vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se PRUEBA con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo».
1 Juan 2:27, Usted es ungido de Dios
Por Matt Slick
“Y en cuanto a vosotros, la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como ella os ha enseñado, permaneced en él ” (NVI ) .
Introducción:
Dios te ha ungido para que usted pueda estar preparado para toda buena obra para resistir al mal, para conocer la verdad, para predicar la Palabra, para ser capaz de orar, para tener comunión con Dios. . . y exponer sobre esto.
Usted está ungido por Dios.
¿Has pensado de usted mismo como que es un cristiano ungido?
Tal vez usted pensaba que sólo ciertas personas en el ministerio son ungidos
Tal vez usted consideró que sólo los profetas del Antiguo Testamento y los Apóstoles del Nuevo Testamento eran los únicos hijos ungidos de Dios y nadie más.
No importa lo que usted creía o no creía acerca de la unción de Dios, si usted es cristiano, entonces usted ha recibido una unción.
¿Conoce qué es esta unción? ¿Sabe lo que significa ser ungido?
De acuerdo con el diccionario Webster, ungir significa “frotar aceite o ungüento sobre”, “poner aceite en una ceremonia de la consagración”. Así que, ungir a algo o a alguien es aplicar algo, en este caso el aceite, a un objeto.
Tal vez usted ha sido ungido con aceite en un servicio de oración, o cuando alguien ha orado por su curación.
Tal vez usted incluso puede hacer la unción.
Por otra parte, tal vez la idea de la unción con aceite es ajena para usted.
En cualquier caso, la unción se encuentra en todo la Biblia.
Los profetas eran ungidos
1 Reyes 19:16 dice, “También, unge a Jehú, hijo de Nimsi como rey sobre Israel, y a Eliseo hijo de Safat, de Abel -mehola para que tenga éxito como profeta” (NVI)
Los sacerdotes eran ungidos
Éxodo 40:13, dice: “Entonces vestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, lo ungirás y lo consagrarás para que me sirva como sacerdote” ( NVI).
Los Reyes eran ungidos
1 Samuel 16:3,13 dice: “Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te 13Y Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en presencia de sus hermanos, y desde ese día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David . Samuel se fue a Ramá”.
Los enfermos eran ungidos.
Marcos 6:13 “Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a los enfermos y los curaban” (NVI).
Objetos eran ungidos
Levítico 08:10 “Y Moisés tomó el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todo lo que contiene, y así los consagró” (NVI).
¿Con qué propósito se ungieron?
Los profetas eran ungidos para ser capaces de proclamar la Palabra de Dios.
Los sacerdotes fueron ungidos para llevar a cabo sus funciones de culto y sacrificio.
Los Reyes eran ungidos para que pudieran gobernar.
Las personas fueron ungidas para la curación o sanación.
Los objetos fueron ungidos por lo que podría ser reservado para uso santo.
Como puede ver, la unción es un concepto muy bíblico y una ocurrencia común.
Como ya he dicho, la unción se da para un propósito: para proclamar, para el culto, para el sacrificio, para gobernar, para la curación, y para hacer algo listo para el uso sagrado.
De hecho, es por eso que Jesús fue ungido para que pudiera llevar a cabo su ministerio.
En Lucas 4:18-19, Jesús citó de Isaías 61:1-2, y dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar la libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (NVI).
Muy bien, así que ya sabes que la unción es bíblica, que fue hecho por una variedad de razones, y que incluso Jesús fue ungido. Usted puede preguntarse por qué esto es importante. Es importante porque ayuda a entender mejor su necesidad de la unción.
1 Juan 2:27 dice que usted ha recibido una unción. Usted ha sido ungido, pero ¿con qué?
Para una pista para qué, vayamos al bautismo de Jesús en Mateo 3:13-17 “Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, para ser bautizado por Juan. 14Pero Juan se le oponía, diciendo: ” Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” 15Jesús respondió:” Déjalo así por ahora, es apropiado para nosotros para que cumplamos toda justicia. “Entonces Juan consintió. 16Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él 17 Y una voz del cielo dijo: “Este es mi Hijo , a quien amo.; con él tengo complacencia.” ( NVI)
¿Te has preguntado por qué Jesús fue bautizado en el bautismo de arrepentimiento de Juan?
Algunos dicen que fue para identificarse con nosotros; y hay mucho de verdad en eso.
Otros dicen que era para ser un ejemplo; también hay mucho de verdad allí.
Probablemente la razón principal por la que Jesús fue bautizado era porque en su bautismo que Él comenzó su ministerio y entró en el sacerdocio de Melquisedec para que pudiera convertirse en el Sumo Sacerdote y ser el Santo Sacrificio.
Amós 3:7 “Ciertamente el Señor DIOS no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas.”
Éxodo 29:1,4-7 “Esto es lo que debes hacer para consagrarlos, para que me sirvan como sacerdotes: … (después de ofrecer un sacrificio de sangre) 4Entonces llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua . 5Toma las vestiduras y Aarón con la túnica, el manto del efod, el propio efod y el pectoral. Fije el efod por su cintura hábilmente tejida. 6Pon la mitra sobre su cabeza y conecta la diadema sagrada al turbante. 7Toma el aceite de la unción y úngelo vertiendo sobre su cabeza” (NVI).
Números 4:3 ” Cuenta todos los varones de treinta a cincuenta años de edad que vienen a servir en la obra en el tabernáculo de reunión” (NVI).
Así que Jesús fue probablemente 30 años de edad cuando comenzó su ministerio.
En el bautismo de Jesús, fue ungido con el Espíritu Santo que descendió en forma de paloma . Jesús se lavó en el bautismo y fue ungido con el Espíritu de Dios.
Si Jesús necesitaba ser ungido, entonces tú también.
Jesús dijo que enviaría el Espíritu Santo quien nos enseñará todas las cosas (Juan 14:26).
Juan 14:26, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, le enseñará todas las cosas , y os recordará todo lo que yo os he dicho .
1 Juan 2:27 “En cuanto a vosotros, la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas y como que la unción es real, no la falsificación de __ solo según ella os ha enseñado, permaneced en él ” .
La unción que habéis recibido, entonces, es el Espíritu Santo.
¿Qué significa esto, entonces, de ser ungido con el Espíritu Santo?
Esto significa que usted está ungido para el ministerio cristiano, mientras usted vive en este mundo.
Esto significa que usted ha sido habilitado, confiado, y con poder para llevar a cabo la voluntad de Dios . En mi investigación sobre esto, encontré cerca de 40 cosas que usted está ungido para hacer. Diez de ellas son:
Para ser capaz de discernir la verdad – 1 Juan 2:27 .
Para dar testimonio de la verdad – . 1 Juan 5:6 ” Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad”.
Para ser capaces de orar – Rom . 8:39 ” y Efesios 6:18 que dice:” Oren en el Espíritu en todo momento con todo tipo de peticiones y ruegos . . .”
Para vivir una vida justa – Romanos 8:4 “con el fin de que las justas demandas de la ley se cumpliese en nosotros, que no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.”
Para ser fortalecidos con poder en el hombre interior – Ef 3:16 “Pido a Dios que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes con poder por su Espíritu en el hombre interior”.
Ser guiados por Dios – Romanos 8:9 “Vosotros, sin embargo, vosotros no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no pertenecen a Cristo”.
Para vivir en la alegría – Romanos 14:17 “Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.
Para vivir en la esperanza – Romanos 15:13 “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.”
Para recibir los dones espirituales – 1 Corintios 12:4. “Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu”.
Para reinar con Cristo (Apocalipsis 2:26; 3:21; 5:10; 20:6)
1 Corintios 12:7 “Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común.”
Para llevar fruto espiritual – Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23mansedumbre y autocontrol contra tales cosas no hay ley”.
Esta es la unción que abre tu mente, te enseña, te guía, te llama a orar, le da el poder, y le permite ser cristianos más fuertes, los cristianos más poderosos. No sólo las personas que son salvas, pero las personas que son salvas, residente, por y con poder.
¿Cómo, entonces, es esta unción recibida?
La Cruz
El Espíritu Santo se recibe por la fe en el sacrificio que Jesús hizo en la cruz.
Jesús dijo que enviaría el Espíritu Santo y que el Espíritu Santo moraría en su pueblo.
Es sólo por la cruz que se tiene el perdón de los pecados, y el privilegio de la morada del Espíritu, no sólo en usted, sino sobre usted.
Conclusión
Usted es un vaso ungido de Dios. Usted ha sido limpiado por Dios y ha sido lleno del Espíritu Santo.
No sólo está en usted sino que está sobre usted.
A medida que el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en Pentecostés en el Cenáculo y los ungió para el servicio, usted también ha sido ungido por Dios con el Espíritu Santo para el servicio cristiano.
Yo os he enseñado esto para que usted aprenda acerca de su unción.
Esperemos que, con una mejor comprensión de lo que Dios le ha dado en Cristo y por el Espíritu Santo, estará en mejores condiciones para vivir para Dios, más capaz de orar a Él, amarle, confiar en Él , y más capaz de vivir en la esperanza y la alegría.
Jesús dijo:Sed, pues, vosotros PERFECTOS, como vuestro Padre que está en los cielos es PERFECTO.(Mat. 5:48) y en Hebreos12:23, leemos: A la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos PERFECTOS». ¿Quiénes son en realidad estos «perfectos»?
SEÑORES TESTIGOS DE JEHOVÁ, DESPERTAD: ¡SER GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO Y SER UNGIDOS ES LO MISMO!
Una acotación sobre el comentario que hace el llamado «esclavo» acerca del texto diario de hoy domingo 10 de Noviembre del 2013 en su revista La Atalaya del 15 de diciembre del 2013 sobre la guía del Espíritu santo…
El llamado «esclavo» de la Watchtower es culpable de haber privado de su justo premio a cerca de 7 millones de sus seguidores, al enseñarles una esperanza muy distinta a la que nuestro Señor les ofreció a todos los que son de él.
A continuación explico en qué aspectos la Watchtower ha trastocado la esperanza de los fieles, y cómo podemos redescubrir nuestro destino glorioso.
Texto diario del 22 de Setiembre del 2013, Él NO da el espíritu por medida (Juan 3:34).
«…Hoy, Jehová les concede a sus siervos la cantidad (de espíritu santo) que precisan en función de las circunstancias… (La Atalaya del 15 de Diciembre del 2011, 3:3-5). Esto significaría que no todos los creyentes reciben igual medida de Espíritu Santo. Unos recibirían más y otros menos dependiendo de la tarea o de las necesidades del momento. ¿Pero es eso lo que dice nuestro Señor en Juan 3:34? Evidentemente aquí «el esclavo» contradice o desdice gravemente a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
Tu galardón será en sobremanera grande. Por Juan Crudo “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abraham en visión, diciendo: No temas, Abraham; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” Usted tiene que caminar en la Palabra y en los principios del Reino y recibirá un galardón en sobremanera grande. No hay nada que haya hecho ante los ojos de Dios que no tenga SU recompensa. Usted sabe que Dios tiene abundancia en Él y puede darnos de esa abundancia, pero la clave está en conectarse con Dios y la recompensa vendrá. Ahora debemos estar plantados en el terreno que corresponde al agrado de Dios. Usted no está en el terreno de la fe por una elección de su vocabulario nada más, sino porque además está caminando en los principios de la Palabra, y ella es la que hace la obra en su vida cuando la aplica. La Palabra va rompiendo hábitos que no van de acuerdo con los principios. Hay gente que se acostumbra a ser malos receptores y dicen- ¿por qué tengo tantos problemas? pero Dios siempre tiene cielos abiertos y está dispuesto a derramar cosas buenas para sus hijos, Él tiene sus maneras de obrar, siempre habrá manifestaciones. Lo que ha de venir es extraordinario y el Dios más que suficiente es su pastor y nada le faltará. Él lo va a llevar por los lugares de la bendición. Su casa será un lugar de armonía, de victoria y de buena salud. Dios tiene muchas formas de pagarle a usted y ¡Él paga bien! Ninguno de nosotros tiene que andar en la tierra como alguien que le pide limosnas a Dios. Preparase porque tendrá una bendición mayor, no sólo recibirá recompensas sino que usted será la recompensa de alguien. Habrá alguien que le va a decir que usted es una recompensa para él. Si empieza a sembrar semillas en la gente, entonces ellos van a comenzar a reconocerlo como una recompensa. ¡La gente lo va saludar y le va a sonreír! Lo más característico de cada correo electrónico que recibimos en la iglesia es que dicen que el Ministerio es una bendición para sus vidas y no mencionamos esto por orgullo sino porque reconocemos que eso es recompensa. También en su trabajo van a reconocer que usted es un ungido del Señor. ¡Por la Palabra de Dios declárese un candidato a la recompensa! Dios paga de varias formas si lo cree, lo va a recibir. Va a comenzar a ver algunas cosas que tendrá que reconocer que son recompensa de parte de Dios. Ahora valorice a la gente que está a su alrededor y dígales que ellos son un regalo de Dios para su vida. Algunos verán en sus hijos y en sus nietos la recompensa más grande de la vida. No sólo por el cariño sino porque Dios está obrando en ellos para que sean abanderados del reino de Dios en la tierra, sin carencia de nada, sino gente de bendición. El deseo de Dios es que usted reciba bendición y que todo lo que pueda hacer para extender su reino lo haga. A veces hay personas que quieren hacer cosas para que los vean los demás y luego entonces necesitan una recompensa que también sea visible. Pero la Biblia dice que el Dios ve en lo secreto lo recompensara en público. Algunos también dicen: ¿Para qué voy a hacer esto o aquello? ¿Para qué voy a hacer la tarea asignada si nadie me ve? Pero recuerde que Jesús dijo:- que el que hace las cosas para que alguien lo vea… ya tiene su recompensa, porque la realidad es que ¡No hay recompensa de parte Dios para esa gente! Debemos quitar de nuestra vida conceptos humanos y terrenales, y saber que es diferente si hago algo de mala gana o si lo hago como para el Señor. “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” Hebreos 10.35 La confianza es una fuerza poderosa y sobrenatural que nos puede traer la vida de Dios. Su confianza es un arma poderosa. Declare:-¡Hoy me preparo para recibir un galardón grande porque NO voy a perder mi confianza! Galardón y recompensa: 1. Tiene que ver con un pago por un trabajo realizado. Usted tiene que ocuparse en hacer su tarea y eso lo conectara con el galardón. Camine en la fe que lo conecta con la Palabra, y verá que ira alineándose con Él Dios que habló esa palabra, y así vendrá la recompensa. 2. También significa reembolso, restitución, restauración de cualquier cosa perdida. Aquellos que están plantando la Palabra, reciben hasta restitución de cosas del pasado. No diga: “Sólo quería un autito”, eso ya está preparado, pero lo que usted está desarrollando en el Señor se conecta con la recompensa que muchas veces no es visible, porque primero viene a su espíritu para que luego sea manifestada en lo visible -en lo natural- ¡Viene, y es un galardón grande y es Su recompensa! No espere migajas porque Dios tiene preparado un banquete completo y a través de su vida va a manifestarse el reino de Dios. Vemos entonces que esta palabra se refiere a una recompensa ya establecida. Declare:- ¡Mi recompensa ya está establecida en el pacto! Usted notará día a día que ira aprendiendo más, que la palabra se le ira revelando y que su manera de pensar estará evolucionando de manera muy notable. De esta forma vera que es imposible que no venga la recompensa a su vida, porque Su Dios es fiel, y si usted es fiel, Dios no tiene otra opción que darle la recompensa que ya está establecida, la cual es más grande de lo que usted se pueda imaginar. Ahora no tiene que hablar de la recompensa y decir:- “Yo no la veo ni cuadrada”. No debe mirar las circunstancias de la vida, lo que proviene de Dios es tremendo para usted. Nosotros estamos preparados para disfrutar algo mejor, algunos suelen decir que lo bueno se termina pronto, pero lo suyo no es bueno, sino que es en sobremanera bueno y grande. Gócese porque lo ira transmitiendo a todos sus herederos, y si ellos continúan caminando en la revelación, vivirán muy bendecidos. Algunos que piensan en la recompensa creen que se tienen que sentar y esperar a que venga la bendición. Los días buenos vienen, lo dice la Biblia, pero usted y yo lo tenemos que creer. Si se ocupa en formar a las personas se conectará directamente con la recompensa. Donde se encuentre, en cualquier momento y lugar debe ayudar a alguien a alcanzar la bendición. Dice la palabra de Dios que si oyeres la voz del Señor para ponerla por obra todas estas bendiciones lo alcanzarán. ¡Dios lo verá caminando en la Palabra y usted verá su recompensa! Esto, sin duda, no significa que usted será meramente un vasallo del reino venidero, sin mayor gloria y honra, ¡sino más bien un coheredero con Cristo en su reino, como rey e hijo de Dios! |
Jesús prometió a sus discípulos ungidos que él estaría con ellos TODOS LOS DÍAS hasta el fin del mundo (Mateo 28:19,20). Pregunto entonces: ¿Ha estado Jesús con los Testigos de Jehová TODOS LOS DÍAS, desde el siglo I hasta el presente SIGLO XXI, el llamado “tiempo del fin”? Todo parece indicar que no, puesto que la Sociedad Watchtower se inició en 1879 con Charles T. Russell (Siglo XIX) y no en el siglo I en adelante.
Connect the dots of terror: JW.org releases gruesome image for kids to color in
It was the stuff of nightmares for many Witness children over the decades – the Genesis account of Lot’s wife. In the story, related in Genesis chapter 19, Lot and his family flee the doomed city of Sodom and Gomorrah under strict instructions from their angelic messengers to not “look behind” while escaping to the mountains.
As the fireballs of sulphur begin to rain down on the stricken city, Lot’s wife glances back to view the destruction and is turned into a pillar of salt. – Genesis 19:26
It seems an astonishingly heavy-handed punishment by anyone’s standards, but evidently the intended message from the passage is that absolute obedience must be observed when one is given instructions from God or his messengers.
A morbid task
Few would blame the Society for wanting to gloss over this story, particularly given other extremely unsavory details contained in the biblical account. At one point in the narrative, Lot shows an apparent willingness to allow the men of Sodom to gang rape his two daughters if they agree to leave his angelic messengers alone. (Genesis 19:6-11) Later on in the account, after fleeing Sodom, Lot’s daughters have incestuous relations with their father while he is drunk. (Genesis 19:32-36) This is clearly not a Bible account deserving of close scrutiny as far as morals are concerned. Even so, JW.org has astonishingly challenged young visitors to its official website to help recreate the moment of Lot’s wife’s demise in this story. (To see this for yourself, please click here.)
In a downloadable PDF, Witness youngsters are given the morbid task of joining the dots to finish a depiction of Lot’s wife with a look of anguish on her face as her body turns to salt. Apparently the Society feels there is nothing inappropriate in revelling in the death of a person who has been killed by God by making her agonizing execution the subject of a coloring-in exercise.
The death of Lot’s wife as depicted in the Society’s children’s book “My Book of Bible Stories”
Witness parents should be seriously concerned about material such as this, which carries the potential to desensitize children to cruel violence and retribution.
As another example, on the same page on JW.org a comic-book version of the story of Lot’s family is published. The turning of Lot’s wife into a pillar of salt is portrayed in a shockingly graphic way, with her leg first becoming trapped, and then her arm becoming encrusted with salt. All the while there is an expression of horror on her face, and a tear rolls down her cheek as the salt consumes her body. The clear impression is that, rather than dying instantly, Lot’s wife is dying in great pain and trauma – and that this pain is deserved.
A graphic depiction on the JW.org website shows the trauma and agony experienced by Lot’s wife as she turns into a pillar of salt
All of the above only serves to stigmatize disobedient people as being worthy of a cruel and painful death in the minds of loyal worshippers. No mercy should be shown toward those who dare to “disobey.” Witness parents need to ask, do they want their children to grow up as cruel and vindictive people who revel in the suffering of others?
The Society has already ramped up its hate speech towards so-called “apostates” in recent magazine articles, labelling such ones “mentally diseased” (w11 7/15 p.16) and “gangrenous” (w13 4/15 p.11). It would not be a huge stretch to suggest that this new material on JW.org is aimed at portraying precisely the sort of fate it has in mind for those who dare to challenge the directives of the Governing Body, or fail to render it unquestioned obedience.
Out of touch
Amazingly, this is not the only questionable material for children to be found on the new JW.org. Elsewhere on the website, there is another gruesome “connect the dots” challenge featuring the Bible account where King Solomon demonstrates his “wisdom” by ordering a baby to be cut in two to resolve an argument between two women both claiming to be the baby’s mother. Here is the image (to download the PDF, click here)…
Supporters of the Society would argue that the baby wasn’t actually cut in two in this account, because the whole thing was a test to prove the identity of the baby’s true mother. Nonetheless, it was an extremely reckless way to resolve a custody dispute, showing a shocking disregard for human life. Few would disagree that the graphic portrayal of a baby about to be butchered with a knife by a soldier is wholly inappropriate imagery for young children to be exposed to.
Just because an account is mentioned in the Bible, does not necessarily make it appropriate educational material for children. For example, the Bible also mentions David’s adulterous sexual relations with Bathsheba, but this is not depicted in “connect the dot” exercises for children to recreate with their crayons. Despite this, the Society evidently feels there is nothing wrong with graphically exposing young minds to the agonizing death of a women simply for looking in the wrong direction, or the violent threats made toward a defenceless infant.
The portrayal of sex is rightly deemed off limits, but it seems violence is perfectly fine if a point needs to be made. It is almost as though the brothers responsible for producing this material are completely out of touch, or have no parental experience or instincts to tell them what is appropriate for children and what isn’t.
Indoctrinating a new generation
All of this comes less than nine months after the Society released its notorious children’s DVD “Become Jehovah’s Friend: Listen, Obey and Be Blessed,” which featured the exploits of young Caleb and his ill-fated Sparlock wizard toy. The DVD met with widespread condemnation towards the Society’s blatant attempt at controlling the minds of young ones by compromising their logical reasoning ability and stigmatizing such harmless items as magical toys.
These latest apparent attempts at moulding young minds by desensitizing Witness children to brutal justice and the death of disobedient people are just as appalling. It all represents further evidence that there are no depths the Society will not sink to in their efforts to draw total obedience from future generations.
A related Youtube video…
Texto Clave: Job 36:7: No apartará de los justos sus ojos;
Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre,
Y serán EXALTADOS.
Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
A diferencia de los Católicos, la Biblia enseña que todos los que son parte del cuerpo o iglesia de Cristo son santos (Efesios 5:27). Y no hace mucho, los Testigos de Jehová han tenido que admitir en su revista La Atalaya del 15 de Agosto del 2013 que TODOS sus seguidores bautizados, tanto de la clase terrenal, como de la celestial, son santos. Y a buena hora, pues era un contrasentido que se hable de una gente o pueblo santo en donde sólo una minoría de sus miembros era reputada como “los santos”.
El hecho es éste: Dios es un Dios santo, y él sólo puede tener comunión con criaturas santas (Josué 24:19). Y si todos los cristianos comprometidos dicen tener una comunión estrecha con el Creador, entonces ello debe significar que tales personas son santas (Sal. 16:3).
También es un hecho indiscutible que nosotros, los creyentes, hemos sido llamados a ser santos (apartados del mundo para un servicio santo, Romanos 1:7, 1 Cor. 1:2), y esa santidad no significa de modo alguno, como muchos aún creen erradamente, ser un mojigato que debe vivir enclaustrado en cuatro paredes, habiendo hecho previamente un voto de pobreza y castidad para orar mañana, tarde y noche con un rosario en la mano y mirando hacia el cielo en estado de éxtasis. Las Escrituras nos hablan de santos que son perfeccionados por los Pastores y Maestros para que lleguen a la estatura de Cristo (Efesios 4:12). Estas son personas que están lejos de ser perfectas, pero que se esfuerzan a llegar a la perfección cristiana, a la estatura de Cristo (Efesios 4:13).
También queremos señalar que cualquier cristiano comprometido sabe que él se ha convertido en un hijo de Dios, en un justo y en un santificado desde el día en que aceptó por fe el evangelio de Cristo y su sacrificio vicario (Rom. 6:19,22; 8:30; 1 Cor. 1:30) . Por tanto él ya sabe que ha pasado de las tinieblas a la luz maravillosa, o lo que es lo mismo decir, de la muerte a la vida (Col. 1:13; 1 Juan 3:14). Y también sabe que goza del don del Espíritu Santo que lo inspira y guía y le da fuerzas para vencer al enemigo (Hechos 10:45, Hechos 2:38).
Ser santo significa que uno tiene una relación familiar con el Dios Santo, y por supuesto, con Su Hijo Santo (1 Juan 1:3). Este vínculo santo nos hace ser muy amados por Dios, y en consecuencia, partícipes de la herencia con Cristo del reino, la gloria, la Majestad y el poder (Col. 1:12). El profeta Daniel vislumbró el tiempo en que los santos de Dios, es decir, el pueblo Santo, recibirían el reino, la majestad y el poder de todos los reinos debajo de los cielos (Daniel 7:27) y en Apocalipsis se repite esta misma visión cuando los santos reciben el reino y gobiernan con Cristo mil años (Apo. 20:4).
Es importante, entonces, admitir que somos santos en perfeccionamiento, y que quienes no lo sean no podrán ver al Señor (Heb. 12:14). Es necesario que el cuerpo de Cristo se mantenga unido a la cabeza santa, y que se deje guiar por ella. Este cuerpo entero se sentará en el trono designado para el Cristo y sus coherederos porque es digno y vencedor (Apo. 3:21). Además, será vestido con vestiduras blancas que simbolizan su pureza, ya que lavaron sus ropas con la sangre del Cordero (Apo. 3:5). Todos aquellos que lavaron sus pecados con la sangre de Cristo y vencieron hasta el fin, recibirán su galardón y su corona de gloria, y estarán en la presencia de Cristo y de Su Padre (Apo.3:4).
La organización religiosa de los Testigos de Jehová es la única que sostiene que no todos los cristianos son miembros del cuerpo de Cristo o también llamada “la iglesia”, sino sólo 144,000 individuos llamados “ungidos”, los cuales están llamados a reinar con Cristo mil años desde los cielos. Pero esta doctrina contradice su nueva luz que dice que TODOS los Testigos de Jehová son santos, y que TODOS ellos componen el moderno pueblo santo de Dios.
La falsa doctrina de las dos clases de Cristianos es evidentemente una doctrina abominable que sólo puede ser aceptada por indoctos que tienen muy poca capacitación teológica. Y es que afirmar que Dios tiene dos clases de seguidores, una que es mejor que la otra, es la cosa más diabólica que puede existir, y máxime, cuando sabemos que Dios no hace acepción de personas que quieren servirle con amor y fidelidad (Hechos 10:34; Romanos 2:11). Lamentablemente aún existe mucha confusión entre los cristianos sinceros de cuál es su verdadero destino final por seguir fielmente las pisadas de Jesús. Realmente hay una ignorancia total de cuál es la verdadera y singular esperanza a la cual Dios ha llamado a todos los que reciben a Su Hijo como su Señor y Salvador, y abrigan su evangelio del reino. Y lo más trágico aún es que a pesar de que han leído en sus Biblias de que sólo hay UNA sola esperanza de su vocación, han inventado dos o más esperanzas desiguales (1 Pedro 1:3, Efesios 4:4).
Y a pesar de que Jesús enseñó de que habría un solo rebaño y un solo pastor (Juan 10:16), los Testigos de Jehová y sus simpatizantes siguen sosteniendo que finalmente habrán dos rebaños distintos en dos lugares diferentes y opuestos: uno en el cielo para 144,001 personas; y otro, mucho más grande, en la tierra.
Pues bien, lo más curioso del caso es que se espera que todos los cristianos sigan las pisadas de Cristo, para ser cristianos auténticos (1 Pedro 2:21). Pero si todos los cristianos deben caminar por sus mismas pisadas, ellos deberían terminar también en el mismo lugar donde Cristo terminó, y recibir el mismo premio que él recibió (Rom. 8:17, Efesios 2:69). En efecto, la Biblia dice que si morimos con él, seremos resucitados a su semejanza para recibir nuestra correspondiente exaltación en su reino como reyes y sacerdotes (Romanos 6:5, Romanos 1;6,7, Job 36:7).
Hoy, en este dispensación que algunos llaman de la gracia, estamos llamados desde lo Alto (llamamiento santo-2 Tim. 1:9) para participar con Cristo en su reino como herederos de Dios (Mt. 25:31,34; Santiago 2:5; Col. 1:12; 3:24). Estamos llamados a ser la simiente de Abraham, tal como lo es Cristo para heredar la tierra, pero no como vasallos, sino como los gobernantes y dueños de este planeta (Gén 12:1,2; 13:15;15:18; Gál. 3:16,29). En ninguna parte de las Escrituras se promete que una gran mayoría de cristianos que han nacido de nuevo van a vivir en la tierra como meros súbditos humanos sin gozar de la naturaleza divina. Definitivamente usted no encontrará ningún pasaje que enseñe tal barrabasada que pone en entredicho lo que Jesús y sus apóstoles enseñaron. Al contrario, a los fieles se les ve como los gobernantes y amos de la tierra, ejerciendo dominio sobre personas que aún no han sido totalmente regeneradas, y que necesitarán ser aleccionadas en el milenio (Miqueas 4:2; Isa. 2:3).
Tenemos hoy todos los creyentes un brillante y glorioso futuro donde los justos resplandecerán como el sol al mediodía (Mateo 13:43). ¿Será usted uno de ellos?
Este debate tendría que ir a otra hora más. Mira hasta el final para averiguar por qué no se hizo. La propuesta del debate era: “Sólo hay una sola clase de cristianos con una esperanza eterna.” El formato se supone que debe ir de la siguiente manera:
Declaraciones de apertura (20 minutos cada uno)
Réplicas (12 minutos cada uno)
Réplicas (8 minutos cada uno)
Ronda de análisis Cruzada 1 (7 minutos cada uno)
Ronda de análisis cruzada 2 (7 minutos cada uno)
Preguntas y sus Respuestas de la Audiencia
Réplicas ( 10 minutos cada uno)
Declaraciones de clausura (7 minutos cada uno)
Comentando el texto diario de hoy viernes 28 de diciembre del 2012, esto es lo que dice la Watchtower de los cristianos en general (ojo: no necesariamente «Testigos cristianos de Jehová»):
«Muchos CRISTIANOS de ayer y de hoy que soportaron fielmente la persecución han dicho que en los momentos más duros experimentaron gran paz interior. Esta cualidad, que forma parte del fruto del espíritu, protegió su mente y su corazón (Gál. 5:22). En efecto, mediante su fuerza activa, Jehová da poder a sus siervos para que soporten las pruebas y actúen con sabiduría cuando azota la adversidad. Algunas personas se sorprenden por lo determinados que están los CRISTIANOS a mantenerse fieles a Dios aun en medio de la peor de las persecuciones».
Noten ustedes que la WT dice que la gente se sorprende al ver a los CRISTIANOS (ojo nuevamente que no dice «Testigos cristianos de Jehová») manteniéndose fieles a Dios en medio de la persecución y siendo sostenidos por el Espíritu Santo. ¿Es qué están admitiendo sutilmente que hay otros cristianos que no son parte de la llamada «organización de Jehová» que son también fortalecidos por el Espíritu Santo en medio de las pruebas? Si la respuesta es un rotundo ¡No!, ¿entonces qué fuerza sostuvo a todos estos mártires cristianos que murieron de la manera más atroz, y que no fueron parte de la secta de los Testigos de Jehová? ¡He aquí la encrucijada para los TJ!
En el texto diario de hoy domingo 18 de Agosto del 2012, la Watchtower de los Testigos de Jehová comenta Revelación 14:15 diciendo que la «mies» representa a las otras ovejas, mientras que el trigo de la parábola de la cizaña en Mateo 13 representa al resto ungido. ¿Pero es posible que la cizaña esté sembrada sólo en medio del trigo y no en la mies?¿Está «la mies» libre de la cizaña?
¡Por favor no deje de ver este video, sino se quedará ciego…¡espiritualmente hablando, claro!
Lucas 20:36: Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son HIJOS DE DIOS, al ser hijos de la resurrección.
Romanos 8:14: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son HIJOS DE DIOS.
Romanos 8:21: porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los HIJOS DE DIOS.
Filipenses 2:15: para que seáis irreprensibles y sencillos, HIJOS DE DIOS sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.
1 Juan 3:2: Amados, ahora somos HIJOS DE DIOS, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
1 Juan 3:10: En esto se manifiestan los HIJOS DE DIOS, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Hebreos 12:5-7: y habéis ya olvidado la exhortación que como a HIJOS se os dirige, diciendo: HIJO mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él. Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por HIJO.7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a HIJOS; porque ¿qué HIJO es aquel a quien el padre no disciplina?
Hebreos 2:10: Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos HIJOS a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
1 Tesalonicenses 5:5: Porque todos vosotros sois HIJOS de luz e HIJOS del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Efesios 5:1: Sed, pues, imitadores de Dios como HIJOS amados.
Gálatas 3:26: pues todos sois HIJOS de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Romanos 9:26: Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados HIJOS del Dios viviente.
Romanos 8:17: Y si HIJOs, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Los Testigos de Jehová deberían leer con atención lo que dice Hechos 17:11, el cual nos dice que los cristianos de Berea eran más distinguidos que los hermanos de Tesalónica, porque escudriñaban las Escrituras diariamente para averiguar si lo que enseñaba Pablo era verdad o no. Sin embargo, los TJ dan por sentado que todo lo que sale del «esclavo» no necesita «revisión» por parte de la grande muchedumbre. Esta creencia es peligrosa, porque prodría conducirlos al abismo y a la perdición con doctrinas de deomonios.
Dice Hechos 17:11, así:
: «Y éstos eran más NOBLES que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así».
Así que debemos escudriñar todo y no dar por sentado como verdad todo lo que se nos enseña. Sin embargo, debemos siempre quedarnos con lo bueno, con lo que es Escriturario.
Una de las verdades fundamentales de la Biblia es que existe un binomio DIOS Y PADRE. El apóstol Pablo presenta que para los fieles cristianos, Dios, el Dios único y verdadero, es también un Padre. Este binomio Dios Padre, o Dios y Padre, es único en la fe cristiana. Los dioses del paganismo no son padres de sus fieles, salvo el Dios de la Biblia. Ni siquiera en el Islam se presenta a Alá como Alá y Padre o Padre Alá, sólo Yahweh es Padre y Dios de sus adoradores.
El apóstol Pablo no concibe que un devoto o un adorador fiel y verdadero de Yahweh, y que es a su vez un seguidor de Su Hijo, no sea también un Hijo suyo (adoptado). Reiteradamente Pablo habla de Dios como nuestro Padre. El es, según el apóstol a los gentiles, El Dios y Padre de TODOS los creyentes, y no tan sólo de 144,000 personas (Efesios 4:6).
PRUEBAS CONTUNDENTES QUE LE CONVENCERÁN DE QUE LOS CREYENTES ESTÁN LLAMADOS A RECIBIR LA GLORIA DE CRISTO EN SU REINO. ESTO QUIERE DECIR QUE LOS FIELES Y SANTOS SERÁN REYES EN EL REINO DE CRISTO Y REGIRÁN LAS NACIONES CON VARA DE HIERRO…
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Los corintios habían recibido el evangelio del reino, y estaban viviendo en la tierra como si estuviesen reinando, viviendo cómodamente, como si fuesen ricos, y como si estuviesen saciados. Realmente no habían entendido que su reinado sería para la era venidera, no para la presente. Pablo se mofa de ellos y les dice que ojalá reinaran, para así él, y los demàs apóstoles, pudieran reinar juntamente con ellos.
Los Testigos deJehová siempre se apoyan en el argumento de que ellos son una organización que forma cristianos ejemplares en el mundo y que son muy honrados y dignos de confianza. ¿Pero será cierto eso? Y si fuera cierto que forman cristianos ejemplares, ¿los convertiría por ello en la religión verdadera? Creemos que no, y he aquí las razones!
Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
Ustedes deben leer con atención este estudio para no perder la ilación de lo que pretendo demostrar.
Los Testigos de Jehová dicen que la iglesia son los 144,000 ungidos, los santos, el Israel de Dios. El resto de la humanidad redimida serán los súbditos del reino, personas que se salvan sin ser ungidas, sin ser parte del cuerpo de Cristo, sin tener el Espíritu Santo, y sin ser hijos de Dios. ¿Pero será cierto eso?
En La revista La Atalaya del 15 de Diciembre del 2009, “El esclavo” dice lo siguiente:
“Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Rom. 5:8).
Al estudiar las Escrituras e ir conociendo mejor a Dios, crece nuestro aprecio por sus atributos: su justicia, su sabiduría, su poder y, sobre todo, su incomparable amor. Descubrimos su justicia al examinar su forma de actuar y su ley perfecta (Deu. 32:4; Sal. 19:7). Percibimos su imponente sabiduría al reflexionar en todas sus creaciones (Sal. 104:24). Y hallamos pruebas de su increíble energía dinámica y poder inagotable al observar el universo (Isa. 40:26). Pero ¿qué puede decirse del principal atributo divino, el amor? Jehová desea demostrar esta cualidad al mayor número de personas. De hecho, nos beneficia a todos con ella. Por amor, proporcionó un rescate para redimir a la humanidad. Esta dádiva se encuentra al alcance de toda la gente (Juan 3:16, 36). Ciertamente, el Padre merece todo nuestro cariño por haber dado a Jesús como sacrificio por nuestros pecados”. w09 15/12 4:5, 6
Como vemos, los TJ dicen que Dios proporcionó rescate para redimir a la humanidad, dando a Su Hijo en sacrificio por nuestros pecados. Esto quiere decir que los que somos convertidos hemos sido redimidos por el sacrificio de Cristo—¿Qué implica esto?
Al ser redimidos por Cristo, por medio de haber sido limpiados de toda iniquidad, pasamos a ser parte de su único pueblo, celoso de buenas obras. Así lo dice Pablo a Tito, en TITO 2:14:
“Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”.
¿Qué más se dice de este pueblo REDIMIDO del Señor?
Esto dice Pedro de este pueblo de redimidos:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9)
Como vemos en el texto de arriba, el apóstol Pedro pasa a decir que este pueblo redimido del Señor es un linaje escogido, un real sacerdocio, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, es decir, personas que han salido de las tinieblas a la luz.
¿Y qué más dice la Biblia sobre éstos que fueron redimidos de las tinieblas a la luz?
En Col 1:1 leemos:
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 1:2 a los SANTOS y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 1:9 Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, 1:10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; 1:12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados
Noten ustedes que Pablo escribe a la iglesia de Colosas, a la cual él llama SANTOS y fieles, y les dice que ellos han sido librados de las tinieblas y trasladados al reino de la luz, el reino del amado Hijo (Col. 1:13) y que han sido redimidos por la sangre de Cristo (Col. 1:14), justamente como lo expresa Pedro en 1 Pedro 2:9 refiriéndose a los redimidos, a los que ahora son pueblo de Dios (Israel de Dios). Esto demuestra que los redimidos son Santos, fieles, y miembros de la iglesia o pueblo de Dios, sin excepción alguna.
Ahora observen que estos redimidos por su sangre son también un linaje escogido, real sacerdocio, y una nación santa. Pues bien, según leemos en Apocalipsis 5:10, este real sacerdocio está llamado a reinar con Cristo, pues son gente santa, y Daniel ve que estos santos redimidos finalmente tomarán el reino y reinarán con Cristo. Estas son sus palabras:
Daniel 7:18: Después recibirán el reino los SANTOS del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.
Daniel 7:22: hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los SANTOS del Altísimo; y llegó el tiempo, y los SANTOS recibieron el reino.
Así que la tesis de los Testigos de Jehová, la cual sostiene que la Grande Muchedumbre redimida por la sangre de Cristo no reinará con el Mesías, puesto que no son santos, ni ungidos, ni elegidos, ni hijos de Dios, ni poseedores del Espíritu Santo, es una gran patraña diabólica.
La verdad de los hechos es que los redimidos son todos aquellos que pasaron de las tinieblas a la luz, que se han constituido en santos y fieles, miembros del único pueblo de Dios, siendo parte del cuerpo de Cristo, nación santa, linaje escogido, real sacerdocio, familia de Dios por la fe en Jesucristo, y el nuevo Israel de Dios (Véase Gál. 6:10,16: “familia de la fe” e “Israel de Dios”).
………….
Todos los seguidores de Jesús son hijos de Dios, hermanos de Cristo, y miembros del cuerpo de Cristo (la iglesia), y por tanto, ungidos. ESto equivale a decir que será coherederos con Cristo del reino venidero como reyes y sacerdotes
….
LA UNCIÓN DEL CRISTIANO
A la intensidad de su vida, el alcance de su enseñanza y la trascendencia de su muerte, Jesucristo añadía la profundidad de sus sentimientos. En diversas ocasiones había exteriorizado las emociones que embargaban su alma:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23: 37 (Valera).
Especialmente sensible se mostró con sus discípulos con quienes compartió momentos emotivos. Una de esas ocasiones tuvo lugar poco antes de su muerte. Era la Pascua judía y, cumpliendo con lo estipulado en la ley, reunió a sus discípulos en la intimidad de aquel aposento alto:
Y les dijo :¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Lucas 22: 15 (Valera).
Aquella era una ocasión especial, poco antes de llevar a término el sacrificio expiatorio por el pecado. Se aceleraban unos acontecimientos dramáticos para él, pero en beneficio de sus discípulos y de toda la humanidad. Habían de entender la importancia de los hechos que se avecinaban, que cambiarían de manera drástica la historia, el status y la relación del pueblo de Dios que entraría en poco tiempo en el Nuevo Pacto. Esa última “comida de la pascua con ellos” iba, además, a dar paso a la institución de una celebración diferente, algo a “realizar” periódicamente en memoria de su muerte en sacrificio de rescate para la humanidad. Eran las palabras solemnes de su despedida y también de su legado, de ahí la importancia que tienen para todos nosotros.
Mateo describe los detalles para esa celebración (Mateo 26: 17-29). Como punto culminante recoge estas palabras de Jesucristo:
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y, tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Mateo 26: 26-28 (Valera).
Lucas añade estas otras palabras:
Haced esto en memoria de mí. Lucas 22: 19 (Valera).
Este era el testamento del Maestro: que comieran del pan y bebieran del vino que, respectivamente, representaban su carne inmolada y su sangre derramada por todos. Lo habían de hacer en memoria de él. De esta manera quedó instituida la celebración de la Cena del Señor en memoria suya. Había una enseñanza, algo fundamental que entender, no se trataba de una ocasión para comer y beber cualquiera, sino que debía discernirse el profundo significado envuelto en esa celebración. Las palabras de Jesucristo que acompañaron debidamente a la descripción de aquel acto quedaron para sus discípulos y para todos los cristianos como registro solemne para guía e instrucción de lo que representa ese acto y la manera en que se ha de llevar a cabo.
Con el tiempo algunos necesitaron ese recordatorio, porque no estaban haciendo eso con el espíritu con el que se estableció tal celebración en recuerdo del acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad desde el punto de vista de la salvación. Así Pablo, con ánimo de rectificar algunos hábitos no deseables que se estaban implantando entre los Corintios, tuvo también que restablecer entre ellos la manera apropiada de conducirse en la conmemoración de la cena en memoria de la muerte del Señor (1 Corintios 11: 17-29):
Al haceros estas recomendaciones, no puedo alabaros; porque os reunís, no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, he oído decir en primer lugar que, al congregaros en asamblea, se forman entre vosotros grupos aparte; y en parte lo creo. Realmente, conviene que haya entre vosotros escisiones, para que se descubran entre vosotros los de probada virtud. Así pues, cuando os congregáis en común, eso no es comer la Cena del Señor; pues cada cual se adelanta a comer su propia cena: y hay quien pasa hambre y hay quien se embriaga. 1 Corintios 11: 17-21 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Pablo hace una descripción de cómo aquellos Corintios llevaban a cabo la celebración de la Cena del Señor. Cuando se reunían para la ocasión estaban divididos y llevaban a cabo el recordatorio de la muerte del Señor sin el respeto debido y sin el entendimiento necesario. Se puede comprender que un grupo grande de Cristianos se reúna en el campo en un día festivo para disfrutar, entre otras cosas, de una comida fuera de casa y que, al hacerlo se haga en grupos separados aportando cada uno su propia comida o compartiéndola con los demás, sin un horario fijado para que cada uno comience su ágape, tal como corresponde a un día para expansión. Eso es espontáneo y, por la naturaleza informal e intrascendente de la ocasión, nadie ha de vigilar lo que hace o deja de hacer su compañero. Sin embargo, practicar eso mismo en el momento de celebrar en común la Cena del Señor es improcedente. Supone falta de entendimiento de lo que ese acto representa. Por eso Pablo les reprochó a los Corintios:
¿Es que no tenéis casas para comer y beber? ¿O tenéis en tan poco las asambleas de Dios, que avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os alabe? En esto no puedo alabaros. 1 Corintios 11: 22 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Inmediatamente Pablo intenta restablecer la cordura y la dignidad para ese acto:
Yo recibí una tradición procedente del Señor, que a mi vez os he transmitido; y es ésta: que el Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan; y, recitando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria de mí». Lo mismo hizo con la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cada vez que bebáis, haced esto en memoria de mí. Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga». 1 Corintios 11: 23-26 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica)
Pablo instruye a los cristianos de Corinto para que de verdad entiendan lo que es la esencia de esa celebración, despojándola de cualquier semejanza a una comida cualquiera, ya que había elementos que no estaban presentes en las comidas habituales:
· El pan para esa ocasión representa el cuerpo de Cristo.
· La copa de vino representa el Nuevo Pacto o Alianza, la sangre del Nuevo Pacto, en las palabras del Señor, recogidas por Mateo y Lucas.
· La comida en sí era en memoria del Señor.
· Ese acto constituye una proclamación pública de la muerte del Señor hasta su regreso.
· Por tanto, así como se recuerda su muerte, se estimula la esperanza y el anhelo por su Venida.
Cuando Jesucristo dijo “haced esto en memoria mía” ¿Qué estaba diciendo en realidad? Invitaba a hacer ¿Qué cosa?. Como hemos recogido antes, sus palabras fueron éstas:
Tomad, comed; esto es mi cuerpo… Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo Pacto…
Según Marcos, “todos bebieron” de la copa (Marcos 14: 23). Comer del pan, beber de la copa, esa era la instrucción inequívoca. Eso es lo que recoge Pablo y lo transmite a los corintios. Por tanto, participar de esos símbolos, comiendo y bebiendo de los mismos con el entendimiento de lo que ellos representan es fundamental. Pablo les añade las siguientes palabras:
Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga.
Comer del pan y beber del vino para la ocasión era tanto como anunciar la muerte del Señor en tanto El no regresara, siendo así una manifestación de la esperanza expectante del cristiano, la Venida del Amo. Todo eso estaba envuelto. Jesús hizo entrega “real” de su carne y de su sangre. Para recordar eso adecuadamente era necesario una participación “real” de los símbolos que representan esas cosas, el pan y el vino. Los Corintios necesitaron de ese recordatorio de Pablo para que acudieran dignamente a conmemorar la muerte del Señor, proclamando los beneficios de su muerte, representada en el pan y en el vino, hasta el regreso de su Señor en la Parousía. Por tanto habían de estar alerta a estas cosas:
Por lo tanto, el que coma del pan o beba de la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 1 Corintios 11: 27-29 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Lo que estaba tratando de corregir Pablo en los Corintios no era otra cosa, sino que distinguieran el valor de aquellos símbolos en esa ocasión particular y que se acercaran con la limpieza espiritual que a ello corresponde. No que examinaran si pertenecían a una “clase” especial de cristianos con quienes supuestamente se había hecho un “pacto en exclusiva” para un reino, sino si discernían o no el Cuerpo, el cuerpo de Cristo con su carne y su sangre inmoladas en sacrificio de rescate. Teniendo eso claro en su mente y en su corazón, podían y debían comer del pan y beber del vino en memoria de su Señor. El examen individual previo impediría la formación de grupos, la división entre los cristianos en un acto de tal significado. De esa manera se adquiere conciencia de la grandeza del acto y se le da la reverencia que merece.
La Atalaya del 15 de Febrero de 1998 invita a la asistencia a la conmemoración de la muerte del Señor, haciendo una explicación breve de su concepción de ese acto dentro del subtema ¿Estará Presente? En la página 22 dice así:
… Los pocos ungidos que quedan tomarán del pan sin levadura, que representa el cuerpo humano sin pecado de Jesús, y el vino tinto sin encabezar, que significa su sangre derramada en sacrificio. Solo deben participar los cristianos engendrados por espíritu, pues únicamente ellos están en el nuevo pacto y en el Pacto para el Reino, y tienen el testimonio innegable del espíritu de Dios de que abrigan la esperanza celestial. Millones de otras personas estarán presentes como observadores respetuosos que agradecen el amor que Dios y Cristo mostraron al ofrecer el rescate que hace posible la vida eterna (Romanos 6: 23). Párrafo 16 (Subrayado nuestro).
¿En dónde se dice que una “clase” de cristianos engendrados por espíritu han de participar del pan y del vino, mientras los demás han de limitarse a “observar”? ¿Lo dijo Jesucristo? No, en ninguna parte. Tampoco Pablo, quien recogió lo que el Maestro había transmitido, enseñó semejante cosa. Todos los cristianos son “cristianos engendrados por espíritu”, ya que nacen a una vida espiritual, no dependiente de “carne y sangre”, sino de Dios. Además todos entran en el Nuevo Pacto, que es el Pacto para un Reino. No me extiendo más en este tema, ya que lo considero suficientemente tratado en artículos anteriores. Quizá el problema para quienes se creen pertenecientes a una clase distinta a los demás esté más en el campo de la psiquiatría (si de verdad se lo creen, mediante todo ese supuesto proceso que explican) que en deducciones lógicas de un estudio concienzudo de la Palabra de Dios.
No pocas veces se han oído cosas ridículas en conversaciones con respecto al tema. Pero no solo conversaciones entre los testigos, sino que la misma Atalaya ha llegado a considerar unos extremos ciertamente extravagantes. La Atalaya del 1 de Abril de 1962 páginas 199-200, después de introducir una serie de preguntas para determinar la propia pertenencia a la “clase ungida”, continúa con estas otras:
Si es usted casado y su esposa no está en este pacto para el Reino, debe preguntarse usted: ¿Estoy preparado para morir estando consciente de que la dejo para nunca jamás unirme a ella otra vez en la Tierra, sino para unirme a Jesucristo y dejarla a ella sobre la Tierra? O si usted es una esposa y madre debe preguntarse: ¿Estoy preparada para dejar atrás a mis hijos y jamás servirles ya de madre y jamás asociarme con ellos a través de toda la eternidad? ¿El que yo sea de la novia de Cristo está antes de que yo sea esposa de un marido sobre la Tierra? ¿Quiero estar con Jesús más que con ese hombre amado, y estar con él por toda la eternidad?
Estas son algunas de las cosas en las cuales pensar para saber lo que hacemos, para saber cuál será nuestro destino. Entonces estaremos seguros de cuál proceder debemos adoptar en la cena del Señor, si debemos participar del pan y del vino o no.
Vistas de esa manera las cosas, más bien parece que a los “privilegiados ungidos” los lleven al matadero. Es muy difícil ante tamañas necedades entender la visión del Reino de Dios que pueda ser concebida en una cabeza humana, mayor surrealismo imposible. ¿Cómo imaginar a Pablo explicando esas insensateces a los corintios? O ¿Cómo concebir que Jesucristo pusiera esas perspectivas ante sus discípulos?
Jesucristo instituyó esa celebración en conmemoración de su muerte con unas palabras muy claras y que vuelvo a repetir: Comed… Bebed todos. Fue una institución para participar. ¿Qué sentido tiene partir pan para que nadie tome de él o verter vino en una copa para que nadie lo beba?
Dada la enseñanza sobre ese acontecimiento que Cristo transmitió a sus discípulos, los primeros con quienes compartió la primera celebración, y que Pablo recordó a los cristianos de Corinto, y teniendo en cuenta “los pocos ungidos” que quedan, tal como afirma La Atalaya, resulta que no hay ni siquiera un ungido por congregación, lo que significa que en la inmensa mayoría de las reuniones celebradas entre los Testigos de Jehová para recordar la muerte del Señor únicamente hay personas que no van a participar del pan y del vino.
Eso significa, como dice La Atalaya, que millones asisten como “observadores”. ¿Observadores de qué? Siendo la intención de Jesucristo de que sus seguidores se reunieran en esa ocasión para “comer” del pan y “beber” del vino, es decir, para “participar”, ¿Qué sentido tiene observar cómo se pasea el pan y el vino de un extremo al otro del salón para que nadie participe de ellos? ¿Qué clase de celebración es esa cuando hay total ausencia de lo fundamental, comer del pan y beber del vino para conmemorar la muerte del Señor? Jesús había enseñado:
En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Juan 6: 53-54 (BJ).
Siendo eso la base para la Vida, es lógico que Jesucristo en el momento cumbre de su vida transmitiera y dejara para sus seguidores un acto en el que recordar ese hecho trascendental, en el que la participación de los emblemas que simbolizan esas verdades es lo verdaderamente importante.
Después de atribuir a situaciones emocionales, creencias anteriores, etc. como factores que pudieran hacer que una persona pudiera sentirse impulsada a “participar” de los emblemas, La Atalaya del 15 de Febrero de 1998 pasa a decir:
Pero todos debemos recordar que las Escrituras no nos mandan tomar los emblemas de la Conmemoración para poner de manifiesto nuestra gratitud por el sacrificio de rescate de Cristo. Página 22, párrafo 17 (subrayado nuestro).
¿En dónde dice o sugiere semejante cosa la Escritura? Básicamente estamos considerando todo lo que dice la Biblia al respecto y lo único que encontramos es invitación a “comer” del pan y “beber” del vino. Las palabras de Pablo son, entre otras:
Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga.
“Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa…” ¿Se puede ser más explícito? ¿Cómo se puede hacer eso, anunciar la muerte del Señor, de otra manera que no sea la que Pablo mismo expresa, a saber, participando del pan y del vino?. El caso no es el que muestra La Atalaya al referirse a las motivaciones de otras personas para participar de los emblemas, sino todo lo contrario. Son ellos quienes han alterado la situación para sus adeptos. De hecho, los testigos de Jehová no están enseñados para actuar de acuerdo a conocimiento o entendimiento de la Escritura, sino de acuerdo a lo que sus líderes deciden. No hacerlo así, lleva inevitablemente a problemas dentro de la organización. La realidad no es que los propios testigos de Jehová se sientan o no pertenecientes a uno u otro grupo que caprichosamente han creado dentro del cristianismo, sino que actúan de acuerdo al fuerte adoctrinamiento que reciben del mal llamado “esclavo fiel y discreto”, en especial de los dirigentes de las oficinas centrales en Brooklyn.
Fiel reflejo de la personalidad de este grupo integrista que conforma el “Cuerpo Gobernante” es la escrupulosa observancia de detalles insignificantes, como el día y la hora exactos del momento en que debe dar comienzo el acto y la interpretación caprichosa de lo que la Biblia dice con respecto a ese acto trascendental y que tiene repercusión en la forma de celebrarlo. Se muestran exactamente como los fariseos, que daban atención al más mínimo detalle de sus tradiciones y pasaban por alto lo más importante. Con su enseñanza y su práctica de celebrar ese acontecimiento han dejado vacía de contenido la misma esencia de la celebración.
Teniendo en cuenta la doctrina que la Watch Tower mantiene por la que los cristianos se consideran pertenecientes a dos grupos diferentes y que al participar del pan y del vino en la ceremonia que se lleva a cabo al celebrar la conmemoración de la Cena del Señor la persona exterioriza su integración en la clase “ungida”, puede hacerse un recuento de las personas que así actúan para llegar a la cifra global de los supervivientes de esa clase.
Así las cosas, creo que merece la pena echar un vistazo a los números. Confieso mi alergia a la manera cómo la Sociedad ha utilizado en general todo tipo de cifras y las ha utilizado como elemento propagandístico, sin embargo una reflexión mínima centrada en el aspecto que nos ocupa, puede ser esclarecedora. Hay que partir de la base de que a partir de 1.935 prácticamente quedó cubierto el cupo de los que albergan esperanza celestial, salvo singulares deserciones. Todo ello de acuerdo a lo que la propia Sociedad ha ido publicando frecuentemente.
Por otra parte podríamos establecer una edad media (el lector ejerza su criterio o su conocimiento y corrija si tiene otra opinión que le parezca más exacta) de 25 años para aquellos que en aquel año decidieron permanecer en el grupo de los ungidos, 52.465 según informe publicado (Los Testigos de Jehová Proclamadores del Reino de Dios, página 717).
Año tras año, en la celebración anual de la conmemoración de la Cena del Señor, suele hacerse hincapié en la “drástica disminución” que se viene observando en el número de los de la clase “ungida”. Cuando oía semejantes afirmaciones, muchas veces pensaba cómo podrían interpretarse de esa manera las cifras, llegando a la conclusión de que, en realidad, lo que existe es ausencia de reflexión en este tema como en muchísimos otros. En realidad todo se resume en repetir como loros lo que las publicaciones de la Sociedad afirman sobre el particular y que tienen por finalidad su aportación como “prueba” de la inminencia del fin. Así La Atalaya del 1.4.82, página 26, párrafo 5, comienza de esta manera:
En esta hora tardía los miembros del resto ungido que cada vez son menos…. (subrayado nuestro)
¿Cuán tardía era en realidad esa hora, considerada hoy, 18 años más tarde? Es un tópico que se repite vez tras vez sin más credibilidad que la que quien lea ese tipo de declaraciones quiera concederles.
La Atalaya del 15.2.95 en la página 19, párrafo 6 se dice:
En los últimos años, se ha reducido mucho el número de los que quedan del rebaño pequeño en la Tierra. Este hecho se evidencia en el informe de la Conmemoración de 1994. En las aproximadamente 75.000 congregaciones del pueblo de Jehová que hay por todo el mundo, sólo 8.617 personas participaron de los emblemas, demostrando así que profesan pertenecer al resto. (Mateo 26: 26-30) Subrayado nuestro.
Si analizamos fríamente los números veremos bastantes inconsistencias que salen a la luz sobre la doctrina de la Watch Tower que estamos considerando. En primer lugar no es lógico que más de la tercera parte de los ungidos (52.465) estuvieran vivos en un solo siglo, el siglo XX, en el que a los dirigentes de la Watch Tower les ha tocado vivir. Si les asignáramos esa media de 25 años que tuvieran entonces, nos daría como resultado que la media de años actual sería de 88 años. Si en ese año (1935) se cerró “oficialmente” la puerta para los “ungidos”, siendo a partir de entonces los de la “grande muchedumbre” los llamados a unirse a las filas de los testigos de Jehová, ¿cuántos podrían quedar como supervivientes de aquella cifra inicial? ¿Cincuenta, cien, doscientos, tal vez? Y ¿En qué condiciones? ¿En plenitud de facultades para “dar el alimento al debido tiempo”? ¿De dónde han salido los demás hasta completar la cifra actual, 8.795 según informe para 1997?.
Considerémoslo desde otro punto de vista. Es de ley natural que la disminución de un grupo de personas se acelera con los años, no se ralentiza. Esa, sin embargo, no parece ser la lógica en el ciclo vital de la clase “ungida”. Según el cuadro de la página 716 del libro Proclamadores antes mencionado, los 52.465 que participaron de los emblemas en 1935 quedaron reducidos a menos de un tercio veinte años más tarde, en 1955 (16.815). Esa tendencia en la caída quedó frenada en los siguientes veinte años, en los que aún quedaban 10.550 para el año 1975. La tendencia se amortiguó más todavía en el siguiente período de veinte años. De manera que en 1995 aún quedaban 8.645 personas que alegaban pertenecer a la clase “ungida”. En veinte años una población en edad bastante avanzada sólo registró una merma inferior al 20%, menos de un 1% anual como promedio.
Más clarificador resulta aún si examinamos los últimos diez años durante los cuales prácticamente no se ha movido la cifra. De hecho, aunque en número inapreciable, la cifra ha aumentado consecutivamente durante los tres últimos años. Resulta paradójico que, cuando la tendencia a la desaparición de los de la “clase ungida” tenía que ser más pronunciada, es precisamente cuando se mantiene prácticamente inalterable. Hagamos una reflexión sencilla: Supongamos que conocemos a 1.000 personas que actualmente tienen, digamos, entre 80 y 100 años. Si hacemos el recuento de las mismas dentro de un año ¿cuántas encontraríamos vivas? ¿Y si volvemos al año siguiente, y al siguiente… cuántas vivirían aún? No parece ese el caso de los “ungidos”, más bien parece que pertenecen a un club de “inmortales”. Naturalmente, lo que se evidencia es que desde 1935 hasta hoy se han añadido nadie sabe cuántos a esa cifra, con lo que en lugar de estar hablando de 144.000, estaríamos quizá hablando de más del doble o el triple de esa cantidad. Más aún si tenemos en cuenta que los cristianos del primer siglo pertenecieron en su totalidad al grupo de la clase “ungida” (siempre según su teoría). Si es verdad que antes de que se empezara a recoger a los de la “grande muchedumbre”, se estuvo recogiendo a la clase “ungida” y a nadie más, ¡qué pobre balance durante diecinueve siglos de cosecha! No tiene el más mínimo sentido.
Pero, situémonos al día de hoy, y volvamos a examinar otra vez las palabras de La Atalaya:
En los últimos años, se ha reducido mucho el número de los que quedan del rebaño pequeño en la Tierra.
¿Cuáles son esos últimos años, los diez últimos años, tal vez? Pues bien, en ese período de tiempo la disminución ha sido exactamente de 13 personas para un total de 8.808 personas (en 1.987), aproximadamente una persona al año. ¿Cree usted que eso confirma la rotunda afirmación de La Atalaya? ¿se podría eso calificar de una reducción considerable? ¡Ni siquiera se puede hablar de reducción!
Así las “enternecedoras” palabras que los discursantes suelen pronunciar cada año con ocasión de la conmemoración de la muerte del Señor en el sentido de que “ya quedan muy poquitos y están muy viejecitos” son bastante ridículas si se reflexiona en lo que las cifras en su fría, pero incontestable realidad, nos muestran. Todas estas reflexiones aquí hechas únicamente tienen por finalidad el comprobar lo ilógico que resulta todo lo relacionado con esa manera de “contemplar”, ya que no de “celebrar” la conmemoración de la muerte del Señor, debido a tener que acomodarla a una doctrina falsa y absurda, la división en dos clases de la comunidad cristiana.
La retórica especulativa sobre ese asunto no cesa:
La acción de sellar final al resto de los 144.000 ungidos se acerca. La Atalaya 1.3.98, página 12, párrafo 18.
¿Cómo saben semejante cosa? Es algo que se alarga… se alarga. Sucede como sucedió con el asunto de “la generación que no pasará”. Aquí se acerca todo, pero nunca llega nada. Es la demagogia por la demagogia, el escribir y llenar páginas para no decir nada provechoso, pero sí muchas incongruencias.
El apóstol Pablo escribe a los corintios esclareciendo el significado de la cena del Señor. Advierte sobre el peligro de una celebración no acorde con lo expresado por el Señor y lo grave de participar del pan y el vino en esas condiciones, ya que supone “comer” y “beber” su propia condenación. La razón pues está ahí, en una manera incorrecta de llevar a cabo la celebración. Habrían de examinarse y, una vez restablecido el “conocimiento”, cuando “discernieran el cuerpo”, entonces podrían participar apropiadamente. Nada hay que sugiera averiguar si pertenecían a una u otra clase, en cuyo caso, al no poder cambiar de “clase” (supuestamente todos eran “ungidos), no habría lugar a la frase:
Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 1 Corintios 11: 28-29.
En cambio sí que podían cambiar la actitud y obrar en consecuencia. En ninguna parte de la Biblia se habla de otras condiciones para “comer” del pan y “beber” del vino que representan respectivamente la carne y la sangre del Señor Jesucristo. El propio Pablo les da el consejo apropiado:
Por consiguiente, hermanos: cuando os congreguéis para comer, aguardaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa, para que así vuestra reunión no sea para condena. Lo demás ya lo dispondrá cuando vaya. 1 Corintios 11: 33-34 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
No era la ocasión para ir a comer por separado o en grupo, sino para participar de la mesa del Señor. Quien por alguna circunstancia no podía aguantar, podía saciar el hambre en su propia casa y asistir dignamente a la conmemoración de la Cena del Señor. Ninguna alusión a examinarse si uno pertenece a una determinada “clase”, sino a considerar la manera de conducirse. La exposición que nos hace Pablo de la manera de celebrar la conmemoración de la Cena del Señor debe ser suficientemente esclarecedora para nosotros. No obstante hay algunos otros aspectos que podemos considerar.
Por ejemplo, ¿Cuántas veces debe celebrarse la conmemoración de la cena del Señor, en qué época y en qué lugar? La iglesia Católica establece que la comunión (el sacramento que se corresponde con “comer” del pan debe hacerse una vez al año, como mínimo, por Pascua florida). La misa, la realización “incruenta” de la muerte de Cristo, la celebran diariamente. Otras confesiones religiosas tampoco ponen límite a las veces que pueda celebrarse la conmemoración de la cena del Señor.
Justino, que vivió en el siglo segundo describe con algún detalle cómo ellos llevaban a cabo esta celebración. Entre otras cosas dice lo siguiente:
Y este alimento se llama entre nosotros “Eucaristía”, de la que a nadie le es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación… (Apología I 66: 1-2)
Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias y todo el pueblo exclama diciendo “Amén”. Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se entrega al presidente y él socorre de ello a huérfanos y viudas, a los que por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hayan en necesidad. Y celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día también en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos… (Apología I 67: 4-7).
Aunque hay algunos elementos no esenciales y, posiblemente, fuera de lugar, para entonces se había establecido una celebración de la “Eucaristía” (acción de gracias en griego, debido a que Jesucristo dio gracias en esa ocasión) el día primero de la semana, el domingo.
En los evangelios se describen las celebraciones de la Pascua judía de Jesucristo con sus discípulos, con extensión en los detalles de preparación para las mismas. En los escritos apostólicos, sin embargo no se relatan celebraciones en las que se hicieran arreglos ostentosos para conmemorar la muerte del Señor como si se tratara de un acontecimiento que se llevara a cabo en una fecha específica cada año. Por el contrario, parece que se estableció como una práctica habitual en las reuniones de los primeros tiempos el introducir la “fracción del pan”, término con el que se denominaba también el acto de conmemorar la muerte del Señor. Las palabras de Pablo que con anterioridad hemos considerado así lo dan a entender:
Por consiguiente, hermanos: cuando os congreguéis para comer, aguardaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa, para que así vuestra reunión no sea para Condena.
Es evidente que, en ese contexto, sí estaba tratando explícitamente comer la Cena del Señor. También hay el testimonio de Lucas de que los primeros conversos así lo hacían:
Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. Hechos 2: 42. (BJ)
Todas esas eran prácticas en las reuniones cristianas, donde se ahondaba en el conocimiento de la enseñanza relacionada con Jesucristo, la nueva situación de la voluntad divina para la salvación, así como en la comunión de todos, compartiendo cosas, ayudándose, participando del mismo espíritu, orando unos por otros y dando gracias por la nueva fe. Y por supuesto participando del banquete espiritual en memoria de Cristo. Pablo menciona de alguna manera eso en estas palabras:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?. Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 1 Corintios 10: 16-17 (Valera)
¡Qué diferencia con esas reuniones insulsas, carentes del calor cristiano, centradas en una insistencia machacona de cómo “colocar” libros, revistas y toda clase de literatura, de mero márketing y sin un espíritu de comunión real! ¡Qué manera de perder el tiempo! Pero volvamos a lo nuestro.
Si tomamos como referencia el relato de Hechos 20: 7-11, notamos que Pablo en el tiempo que permaneció en Tróade, en la última etapa de sus viajes misionales, se reunió el primer día de la semana (domingo) con quienes estaban reunidos para “partir el pan”. Allí se alargó en su discurso hasta la media noche y, posteriormente antes de marcharse “partió el pan y comió”. Indudablemente en esa reunión, aparte la instrucción de Pablo, celebraron la conmemoración de la cena del Señor, como denota la expresión “partir el pan”. Dicha reunión tuvo lugar en domingo, pero no “comieron la cena” hasta bien avanzada la noche, quizá ya en la madrugada del día siguiente.
De todo ello, se deduce que era normal que los cristianos de aquellos tiempos incluyeran en sus reuniones un acto para conmemorar la muerte del Señor de la forma ya descrita. Parece que solían utilizar el domingo (primer día de la semana) como el día para llevar a cabo esa reunión y no había una hora predeterminada. Cualquier sitio era apropiado para tal ceremonia. Pablo lo hizo en un tercer piso y después de la media noche. Quizá ellos mismos llevaban el pan y el vino para la ocasión. Posiblemente, con el paso del tiempo y el crecimiento de las comunidades cristianas pudieron modificarse los arreglos, pero manteniendo siempre lo fundamental, es decir lo que ha quedado registrado en la Biblia, participar de los emblemas conscientes de su simbolismo y lo que representan, con fe en el sacrificio de Jesucristo, con el testimonio de una vida limpia, recordando agradecidamente y proclamando por ese acto la muerte del Señor, haciendo de la vida propia una que de verdad refleje la espera de la vuelta gloriosa de Jesucristo.
Todo lo demás admite matices y da lugar a detalles interpretativos en cosas secundarias. Puede llevarse a cabo en grupos pequeños o grandes, en un lugar público o privado, en familia, con amigos, o con toda la congregación, más tarde o más temprano. De las palabras de Pablo cabe entender que los Corintios se reunían para comer juntos, teniendo después alguna consideración de tipo espiritual e incluyendo la celebración de la Cena del Señor. Eso se prestaba a los abusos a los que se refiere en su carta y que trataba de corregir. En esas circunstancias era fácil que algunos cometieran excesos y otros se sintieran menospreciados. Difícilmente, entonces, se podría tener una celebración digna, distinguir lo grandioso del significado de los símbolos y participar dignamente de ellos. Ha de velarse para que lo esencial quede intacto, tal como se relata en la Palabra de Dios, quedando margen suficiente para diversidad en lo accesorio. Lo que no cabe es la discriminación de las personas en virtud de criterios de “clase”, de “privilegios” de corte sectario.
En la actualidad, eso es difícil que suceda, pero por exceso o por defecto, se han introducido una serie de doctrinas sin base en lo que se nos ha transmitido a través de la Escritura. Quienes se han esclavizado a cualquier doctrina humana que corrompe el sentido de la Palabra de Dios en esa cita cristiana, en lugar de aferrarse torpemente a sus ideas, adaptando la doctrina y la enseñanza a los criterios propios, desfigurando por completo el sentido de la fiesta, bien podían deponer su terquedad, examinar a conciencia su historia y la Sagrada Escritura, y rectificar humildemente, sin olvidar y meditando seriamente en el verdadero sentido de las palabras del apóstol:
Por lo tanto, el que coma del pan o beba de la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena.
A lo largo de la historia ha sido larga la controversia levantada en torno a esta celebración, atribuyendo diferentes significados a los emblemas y perdiendo mucho tiempo y energías en discusiones que han llevado a interpretaciones diferentes. En muchos casos, eso ha conllevado la elaboración de normativas artificiales e innecesarias, ya que no parece justificada tanta “reglamentación” para participar dignamente en esta fiesta que instituyó Jesús y para la que existe suficiente información bíblica directa.
En lo que toca a la extraña concepción del acto por parte de la Watch Tower, en lugar de aprovechar una ocasión, la más importante junto a la del bautismo, para atraer la atención hacia sí mismos, confundiendo la mente de las personas al hacer que una buena parte del tiempo de la reunión se dedique a explicar si se debe o no participar según se pertenezca o no a una “clase” elevada sobre el resto de los asistentes y ensalzada más allá de lo que a humanos corresponde, harían bien en colaborar para que se discerniera lo auténticamente importante, el Cuerpo de Cristo, a fin de centrar toda la atención en el valor de su muerte y no privar a otros del derecho a beneficiarse al proclamar la muerte de su Señor, mediante participar de los símbolos de su carne y sangre hasta que finalmente venga a darles la Vida en su gloriosa Parousía.
Raymond Franz recoge una pregunta que su esposa hizo a su tío, F. Franz, y la respuesta de éste después de haber escuchado el discurso que poco antes había pronunciado con ocasión del memorial de aquel año:
“Noté que no hizo mención alguna de las ‘otras ovejas’ en ninguna parte de su discurso. ¿Por qué fue esto?” El respondió que consideraba esa noche como una que pertenecía especialmente a los “ungidos”, y añadió, “Así que, yo me concentro en ellos”. Crisis de Conciencia, página 316 (subrayado nuestro).
Es difícil saber de qué parte de la Escritura se puede extraer semejante conclusión. Más difícil todavía resulta llegar a entender el sentido que tiene acaparar, por parte de unos pocos, toda la atención de un acto, instituido por Jesucristo, exclusivamente para hacer proclamación pública del valor de su muerte. Las palabras de Jesucristo fueron bien claras:
Haced esto en memoria de mí.
Desde el punto de vista de enfoque de atención a lo que pueda corresponder a las personas cristianas, esa celebración es un acto de comunión, de unidad, de igualdad de todos al participar del mismo pan y de la misma copa en comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. Las palabras de Pablo al respecto son claras y merecen ser consideradas de nuevo:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?. Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
Así las cosas, y debido a que, al revés de lo que dice La Atalaya, muchos (tal vez desde su infancia) puedan estar imbuidos por el espíritu que la Watch Tower ha introducido en esa celebración, hemos de hacer un esfuerzo por acomodarnos a lo que dice la Palabra de Dios, despojando a este acto de todo aquello que lo desvirtúe, no permitiendo que las pretensiones de unas personas ambiciosas se cuelen como intrusos dentro de las cosas sagradas, asumiendo el protagonismo que pertenece exclusivamente a Jesucristo y al recuerdo de su muerte.
A la intensidad de su vida, el alcance de su enseñanza y la trascendencia de su muerte, Jesucristo añadía la profundidad de sus sentimientos. En diversas ocasiones había exteriorizado las emociones que embargaban su alma:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23: 37 (Valera).
Especialmente sensible se mostró con sus discípulos con quienes compartió momentos emotivos. Una de esas ocasiones tuvo lugar poco antes de su muerte. Era la Pascua judía y, cumpliendo con lo estipulado en la ley, reunió a sus discípulos en la intimidad de aquel aposento alto:
Y les dijo :¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Lucas 22: 15 (Valera).
Aquella era una ocasión especial, poco antes de llevar a término el sacrificio expiatorio por el pecado. Se aceleraban unos acontecimientos dramáticos para él, pero en beneficio de sus discípulos y de toda la humanidad. Habían de entender la importancia de los hechos que se avecinaban, que cambiarían de manera drástica la historia, el status y la relación del pueblo de Dios que entraría en poco tiempo en el Nuevo Pacto. Esa última “comida de la pascua con ellos” iba, además, a dar paso a la institución de una celebración diferente, algo a “realizar” periódicamente en memoria de su muerte en sacrificio de rescate para la humanidad. Eran las palabras solemnes de su despedida y también de su legado, de ahí la importancia que tienen para todos nosotros.
Mateo describe los detalles para esa celebración (Mateo 26: 17-29). Como punto culminante recoge estas palabras de Jesucristo:
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y, tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Mateo 26: 26-28 (Valera).
Lucas añade estas otras palabras:
Haced esto en memoria de mí. Lucas 22: 19 (Valera).
Este era el testamento del Maestro: que comieran del pan y bebieran del vino que, respectivamente, representaban su carne inmolada y su sangre derramada por todos. Lo habían de hacer en memoria de él. De esta manera quedó instituida la celebración de la Cena del Señor en memoria suya. Había una enseñanza, algo fundamental que entender, no se trataba de una ocasión para comer y beber cualquiera, sino que debía discernirse el profundo significado envuelto en esa celebración. Las palabras de Jesucristo que acompañaron debidamente a la descripción de aquel acto quedaron para sus discípulos y para todos los cristianos como registro solemne para guía e instrucción de lo que representa ese acto y la manera en que se ha de llevar a cabo.
Con el tiempo algunos necesitaron ese recordatorio, porque no estaban haciendo eso con el espíritu con el que se estableció tal celebración en recuerdo del acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad desde el punto de vista de la salvación. Así Pablo, con ánimo de rectificar algunos hábitos no deseables que se estaban implantando entre los Corintios, tuvo también que restablecer entre ellos la manera apropiada de conducirse en la conmemoración de la cena en memoria de la muerte del Señor (1 Corintios 11: 17-29):
Al haceros estas recomendaciones, no puedo alabaros; porque os reunís, no para provecho, sino para daño vuestro. Efectivamente, he oído decir en primer lugar que, al congregaros en asamblea, se forman entre vosotros grupos aparte; y en parte lo creo. Realmente, conviene que haya entre vosotros escisiones, para que se descubran entre vosotros los de probada virtud. Así pues, cuando os congregáis en común, eso no es comer la Cena del Señor; pues cada cual se adelanta a comer su propia cena: y hay quien pasa hambre y hay quien se embriaga. 1 Corintios 11: 17-21 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Pablo hace una descripción de cómo aquellos Corintios llevaban a cabo la celebración de la Cena del Señor. Cuando se reunían para la ocasión estaban divididos y llevaban a cabo el recordatorio de la muerte del Señor sin el respeto debido y sin el entendimiento necesario. Se puede comprender que un grupo grande de Cristianos se reúna en el campo en un día festivo para disfrutar, entre otras cosas, de una comida fuera de casa y que, al hacerlo se haga en grupos separados aportando cada uno su propia comida o compartiéndola con los demás, sin un horario fijado para que cada uno comience su ágape, tal como corresponde a un día para expansión. Eso es espontáneo y, por la naturaleza informal e intrascendente de la ocasión, nadie ha de vigilar lo que hace o deja de hacer su compañero. Sin embargo, practicar eso mismo en el momento de celebrar en común la Cena del Señor es improcedente. Supone falta de entendimiento de lo que ese acto representa. Por eso Pablo les reprochó a los Corintios:
¿Es que no tenéis casas para comer y beber? ¿O tenéis en tan poco las asambleas de Dios, que avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os alabe? En esto no puedo alabaros. 1 Corintios 11: 22 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Inmediatamente Pablo intenta restablecer la cordura y la dignidad para ese acto:
Yo recibí una tradición procedente del Señor, que a mi vez os he transmitido; y es ésta: que el Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan; y, recitando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria de mí». Lo mismo hizo con la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cada vez que bebáis, haced esto en memoria de mí. Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga». 1 Corintios 11: 23-26 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica)
Pablo instruye a los cristianos de Corinto para que de verdad entiendan lo que es la esencia de esa celebración, despojándola de cualquier semejanza a una comida cualquiera, ya que había elementos que no estaban presentes en las comidas habituales:
· El pan para esa ocasión representa el cuerpo de Cristo.
· La copa de vino representa el Nuevo Pacto o Alianza, la sangre del Nuevo Pacto, en las palabras del Señor, recogidas por Mateo y Lucas.
· La comida en sí era en memoria del Señor.
· Ese acto constituye una proclamación pública de la muerte del Señor hasta su regreso.
· Por tanto, así como se recuerda su muerte, se estimula la esperanza y el anhelo por su Venida.
Cuando Jesucristo dijo “haced esto en memoria mía” ¿Qué estaba diciendo en realidad? Invitaba a hacer ¿Qué cosa?. Como hemos recogido antes, sus palabras fueron éstas:
Tomad, comed; esto es mi cuerpo… Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo Pacto…
Según Marcos, “todos bebieron” de la copa (Marcos 14: 23). Comer del pan, beber de la copa, esa era la instrucción inequívoca. Eso es lo que recoge Pablo y lo transmite a los corintios. Por tanto, participar de esos símbolos, comiendo y bebiendo de los mismos con el entendimiento de lo que ellos representan es fundamental. Pablo les añade las siguientes palabras:
Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga.
Comer del pan y beber del vino para la ocasión era tanto como anunciar la muerte del Señor en tanto El no regresara, siendo así una manifestación de la esperanza expectante del cristiano, la Venida del Amo. Todo eso estaba envuelto. Jesús hizo entrega “real” de su carne y de su sangre. Para recordar eso adecuadamente era necesario una participación “real” de los símbolos que representan esas cosas, el pan y el vino. Los Corintios necesitaron de ese recordatorio de Pablo para que acudieran dignamente a conmemorar la muerte del Señor, proclamando los beneficios de su muerte, representada en el pan y en el vino, hasta el regreso de su Señor en la Parousía. Por tanto habían de estar alerta a estas cosas:
Por lo tanto, el que coma del pan o beba de la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 1 Corintios 11: 27-29 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
Lo que estaba tratando de corregir Pablo en los Corintios no era otra cosa, sino que distinguieran el valor de aquellos símbolos en esa ocasión particular y que se acercaran con la limpieza espiritual que a ello corresponde. No que examinaran si pertenecían a una “clase” especial de cristianos con quienes supuestamente se había hecho un “pacto en exclusiva” para un reino, sino si discernían o no el Cuerpo, el cuerpo de Cristo con su carne y su sangre inmoladas en sacrificio de rescate. Teniendo eso claro en su mente y en su corazón, podían y debían comer del pan y beber del vino en memoria de su Señor. El examen individual previo impediría la formación de grupos, la división entre los cristianos en un acto de tal significado. De esa manera se adquiere conciencia de la grandeza del acto y se le da la reverencia que merece.
La Atalaya del 15 de Febrero de 1998 invita a la asistencia a la conmemoración de la muerte del Señor, haciendo una explicación breve de su concepción de ese acto dentro del subtema ¿Estará Presente? En la página 22 dice así:
… Los pocos ungidos que quedan tomarán del pan sin levadura, que representa el cuerpo humano sin pecado de Jesús, y el vino tinto sin encabezar, que significa su sangre derramada en sacrificio. Solo deben participar los cristianos engendrados por espíritu, pues únicamente ellos están en el nuevo pacto y en el Pacto para el Reino, y tienen el testimonio innegable del espíritu de Dios de que abrigan la esperanza celestial. Millones de otras personas estarán presentes como observadores respetuosos que agradecen el amor que Dios y Cristo mostraron al ofrecer el rescate que hace posible la vida eterna (Romanos 6: 23). Párrafo 16 (Subrayado nuestro).
¿En dónde se dice que una “clase” de cristianos engendrados por espíritu han de participar del pan y del vino, mientras los demás han de limitarse a “observar”? ¿Lo dijo Jesucristo? No, en ninguna parte. Tampoco Pablo, quien recogió lo que el Maestro había transmitido, enseñó semejante cosa. Todos los cristianos son “cristianos engendrados por espíritu”, ya que nacen a una vida espiritual, no dependiente de “carne y sangre”, sino de Dios. Además todos entran en el Nuevo Pacto, que es el Pacto para un Reino. No me extiendo más en este tema, ya que lo considero suficientemente tratado en artículos anteriores. Quizá el problema para quienes se creen pertenecientes a una clase distinta a los demás esté más en el campo de la psiquiatría (si de verdad se lo creen, mediante todo ese supuesto proceso que explican) que en deducciones lógicas de un estudio concienzudo de la Palabra de Dios.
No pocas veces se han oído cosas ridículas en conversaciones con respecto al tema. Pero no solo conversaciones entre los testigos, sino que la misma Atalaya ha llegado a considerar unos extremos ciertamente extravagantes. La Atalaya del 1 de Abril de 1962 páginas 199-200, después de introducir una serie de preguntas para determinar la propia pertenencia a la “clase ungida”, continúa con estas otras:
Si es usted casado y su esposa no está en este pacto para el Reino, debe preguntarse usted: ¿Estoy preparado para morir estando consciente de que la dejo para nunca jamás unirme a ella otra vez en la Tierra, sino para unirme a Jesucristo y dejarla a ella sobre la Tierra? O si usted es una esposa y madre debe preguntarse: ¿Estoy preparada para dejar atrás a mis hijos y jamás servirles ya de madre y jamás asociarme con ellos a través de toda la eternidad? ¿El que yo sea de la novia de Cristo está antes de que yo sea esposa de un marido sobre la Tierra? ¿Quiero estar con Jesús más que con ese hombre amado, y estar con él por toda la eternidad?
Estas son algunas de las cosas en las cuales pensar para saber lo que hacemos, para saber cuál será nuestro destino. Entonces estaremos seguros de cuál proceder debemos adoptar en la cena del Señor, si debemos participar del pan y del vino o no.
Vistas de esa manera las cosas, más bien parece que a los “privilegiados ungidos” los lleven al matadero. Es muy difícil ante tamañas necedades entender la visión del Reino de Dios que pueda ser concebida en una cabeza humana, mayor surrealismo imposible. ¿Cómo imaginar a Pablo explicando esas insensateces a los corintios? O ¿Cómo concebir que Jesucristo pusiera esas perspectivas ante sus discípulos?
Jesucristo instituyó esa celebración en conmemoración de su muerte con unas palabras muy claras y que vuelvo a repetir: Comed… Bebed todos. Fue una institución para participar. ¿Qué sentido tiene partir pan para que nadie tome de él o verter vino en una copa para que nadie lo beba?
Dada la enseñanza sobre ese acontecimiento que Cristo transmitió a sus discípulos, los primeros con quienes compartió la primera celebración, y que Pablo recordó a los cristianos de Corinto, y teniendo en cuenta “los pocos ungidos” que quedan, tal como afirma La Atalaya, resulta que no hay ni siquiera un ungido por congregación, lo que significa que en la inmensa mayoría de las reuniones celebradas entre los Testigos de Jehová para recordar la muerte del Señor únicamente hay personas que no van a participar del pan y del vino.
Eso significa, como dice La Atalaya, que millones asisten como “observadores”. ¿Observadores de qué? Siendo la intención de Jesucristo de que sus seguidores se reunieran en esa ocasión para “comer” del pan y “beber” del vino, es decir, para “participar”, ¿Qué sentido tiene observar cómo se pasea el pan y el vino de un extremo al otro del salón para que nadie participe de ellos? ¿Qué clase de celebración es esa cuando hay total ausencia de lo fundamental, comer del pan y beber del vino para conmemorar la muerte del Señor? Jesús había enseñado:
En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Juan 6: 53-54 (BJ).
Siendo eso la base para la Vida, es lógico que Jesucristo en el momento cumbre de su vida transmitiera y dejara para sus seguidores un acto en el que recordar ese hecho trascendental, en el que la participación de los emblemas que simbolizan esas verdades es lo verdaderamente importante.
Después de atribuir a situaciones emocionales, creencias anteriores, etc. como factores que pudieran hacer que una persona pudiera sentirse impulsada a “participar” de los emblemas, La Atalaya del 15 de Febrero de 1998 pasa a decir:
Pero todos debemos recordar que las Escrituras no nos mandan tomar los emblemas de la Conmemoración para poner de manifiesto nuestra gratitud por el sacrificio de rescate de Cristo. Página 22, párrafo 17 (subrayado nuestro).
¿En dónde dice o sugiere semejante cosa la Escritura? Básicamente estamos considerando todo lo que dice la Biblia al respecto y lo único que encontramos es invitación a “comer” del pan y “beber” del vino. Las palabras de Pablo son, entre otras:
Porque cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis anunciando la muerte del Señor, hasta que venga.
“Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa…” ¿Se puede ser más explícito? ¿Cómo se puede hacer eso, anunciar la muerte del Señor, de otra manera que no sea la que Pablo mismo expresa, a saber, participando del pan y del vino?. El caso no es el que muestra La Atalaya al referirse a las motivaciones de otras personas para participar de los emblemas, sino todo lo contrario. Son ellos quienes han alterado la situación para sus adeptos. De hecho, los testigos de Jehová no están enseñados para actuar de acuerdo a conocimiento o entendimiento de la Escritura, sino de acuerdo a lo que sus líderes deciden. No hacerlo así, lleva inevitablemente a problemas dentro de la organización. La realidad no es que los propios testigos de Jehová se sientan o no pertenecientes a uno u otro grupo que caprichosamente han creado dentro del cristianismo, sino que actúan de acuerdo al fuerte adoctrinamiento que reciben del mal llamado “esclavo fiel y discreto”, en especial de los dirigentes de las oficinas centrales en Brooklyn.
Fiel reflejo de la personalidad de este grupo integrista que conforma el “Cuerpo Gobernante” es la escrupulosa observancia de detalles insignificantes, como el día y la hora exactos del momento en que debe dar comienzo el acto y la interpretación caprichosa de lo que la Biblia dice con respecto a ese acto trascendental y que tiene repercusión en la forma de celebrarlo. Se muestran exactamente como los fariseos, que daban atención al más mínimo detalle de sus tradiciones y pasaban por alto lo más importante. Con su enseñanza y su práctica de celebrar ese acontecimiento han dejado vacía de contenido la misma esencia de la celebración.
Teniendo en cuenta la doctrina que la Watch Tower mantiene por la que los cristianos se consideran pertenecientes a dos grupos diferentes y que al participar del pan y del vino en la ceremonia que se lleva a cabo al celebrar la conmemoración de la Cena del Señor la persona exterioriza su integración en la clase “ungida”, puede hacerse un recuento de las personas que así actúan para llegar a la cifra global de los supervivientes de esa clase.
Así las cosas, creo que merece la pena echar un vistazo a los números. Confieso mi alergia a la manera cómo la Sociedad ha utilizado en general todo tipo de cifras y las ha utilizado como elemento propagandístico, sin embargo una reflexión mínima centrada en el aspecto que nos ocupa, puede ser esclarecedora. Hay que partir de la base de que a partir de 1.935 prácticamente quedó cubierto el cupo de los que albergan esperanza celestial, salvo singulares deserciones. Todo ello de acuerdo a lo que la propia Sociedad ha ido publicando frecuentemente.
Por otra parte podríamos establecer una edad media (el lector ejerza su criterio o su conocimiento y corrija si tiene otra opinión que le parezca más exacta) de 25 años para aquellos que en aquel año decidieron permanecer en el grupo de los ungidos, 52.465 según informe publicado (Los Testigos de Jehová Proclamadores del Reino de Dios, página 717).
Año tras año, en la celebración anual de la conmemoración de la Cena del Señor, suele hacerse hincapié en la “drástica disminución” que se viene observando en el número de los de la clase “ungida”. Cuando oía semejantes afirmaciones, muchas veces pensaba cómo podrían interpretarse de esa manera las cifras, llegando a la conclusión de que, en realidad, lo que existe es ausencia de reflexión en este tema como en muchísimos otros. En realidad todo se resume en repetir como loros lo que las publicaciones de la Sociedad afirman sobre el particular y que tienen por finalidad su aportación como “prueba” de la inminencia del fin. Así La Atalaya del 1.4.82, página 26, párrafo 5, comienza de esta manera:
En esta hora tardía los miembros del resto ungido que cada vez son menos…. (subrayado nuestro)
¿Cuán tardía era en realidad esa hora, considerada hoy, 18 años más tarde? Es un tópico que se repite vez tras vez sin más credibilidad que la que quien lea ese tipo de declaraciones quiera concederles.
La Atalaya del 15.2.95 en la página 19, párrafo 6 se dice:
En los últimos años, se ha reducido mucho el número de los que quedan del rebaño pequeño en la Tierra. Este hecho se evidencia en el informe de la Conmemoración de 1994. En las aproximadamente 75.000 congregaciones del pueblo de Jehová que hay por todo el mundo, sólo 8.617 personas participaron de los emblemas, demostrando así que profesan pertenecer al resto. (Mateo 26: 26-30) Subrayado nuestro.
Si analizamos fríamente los números veremos bastantes inconsistencias que salen a la luz sobre la doctrina de la Watch Tower que estamos considerando. En primer lugar no es lógico que más de la tercera parte de los ungidos (52.465) estuvieran vivos en un solo siglo, el siglo XX, en el que a los dirigentes de la Watch Tower les ha tocado vivir. Si les asignáramos esa media de 25 años que tuvieran entonces, nos daría como resultado que la media de años actual sería de 88 años. Si en ese año (1935) se cerró “oficialmente” la puerta para los “ungidos”, siendo a partir de entonces los de la “grande muchedumbre” los llamados a unirse a las filas de los testigos de Jehová, ¿cuántos podrían quedar como supervivientes de aquella cifra inicial? ¿Cincuenta, cien, doscientos, tal vez? Y ¿En qué condiciones? ¿En plenitud de facultades para “dar el alimento al debido tiempo”? ¿De dónde han salido los demás hasta completar la cifra actual, 8.795 según informe para 1997?.
Considerémoslo desde otro punto de vista. Es de ley natural que la disminución de un grupo de personas se acelera con los años, no se ralentiza. Esa, sin embargo, no parece ser la lógica en el ciclo vital de la clase “ungida”. Según el cuadro de la página 716 del libro Proclamadores antes mencionado, los 52.465 que participaron de los emblemas en 1935 quedaron reducidos a menos de un tercio veinte años más tarde, en 1955 (16.815). Esa tendencia en la caída quedó frenada en los siguientes veinte años, en los que aún quedaban 10.550 para el año 1975. La tendencia se amortiguó más todavía en el siguiente período de veinte años. De manera que en 1995 aún quedaban 8.645 personas que alegaban pertenecer a la clase “ungida”. En veinte años una población en edad bastante avanzada sólo registró una merma inferior al 20%, menos de un 1% anual como promedio.
Más clarificador resulta aún si examinamos los últimos diez años durante los cuales prácticamente no se ha movido la cifra. De hecho, aunque en número inapreciable, la cifra ha aumentado consecutivamente durante los tres últimos años. Resulta paradójico que, cuando la tendencia a la desaparición de los de la “clase ungida” tenía que ser más pronunciada, es precisamente cuando se mantiene prácticamente inalterable. Hagamos una reflexión sencilla: Supongamos que conocemos a 1.000 personas que actualmente tienen, digamos, entre 80 y 100 años. Si hacemos el recuento de las mismas dentro de un año ¿cuántas encontraríamos vivas? ¿Y si volvemos al año siguiente, y al siguiente… cuántas vivirían aún? No parece ese el caso de los “ungidos”, más bien parece que pertenecen a un club de “inmortales”. Naturalmente, lo que se evidencia es que desde 1935 hasta hoy se han añadido nadie sabe cuántos a esa cifra, con lo que en lugar de estar hablando de 144.000, estaríamos quizá hablando de más del doble o el triple de esa cantidad. Más aún si tenemos en cuenta que los cristianos del primer siglo pertenecieron en su totalidad al grupo de la clase “ungida” (siempre según su teoría). Si es verdad que antes de que se empezara a recoger a los de la “grande muchedumbre”, se estuvo recogiendo a la clase “ungida” y a nadie más, ¡qué pobre balance durante diecinueve siglos de cosecha! No tiene el más mínimo sentido.
Pero, situémonos al día de hoy, y volvamos a examinar otra vez las palabras de La Atalaya:
En los últimos años, se ha reducido mucho el número de los que quedan del rebaño pequeño en la Tierra.
¿Cuáles son esos últimos años, los diez últimos años, tal vez? Pues bien, en ese período de tiempo la disminución ha sido exactamente de 13 personas para un total de 8.808 personas (en 1.987), aproximadamente una persona al año. ¿Cree usted que eso confirma la rotunda afirmación de La Atalaya? ¿se podría eso calificar de una reducción considerable? ¡Ni siquiera se puede hablar de reducción!
Así las “enternecedoras” palabras que los discursantes suelen pronunciar cada año con ocasión de la conmemoración de la muerte del Señor en el sentido de que “ya quedan muy poquitos y están muy viejecitos” son bastante ridículas si se reflexiona en lo que las cifras en su fría, pero incontestable realidad, nos muestran. Todas estas reflexiones aquí hechas únicamente tienen por finalidad el comprobar lo ilógico que resulta todo lo relacionado con esa manera de “contemplar”, ya que no de “celebrar” la conmemoración de la muerte del Señor, debido a tener que acomodarla a una doctrina falsa y absurda, la división en dos clases de la comunidad cristiana.
La retórica especulativa sobre ese asunto no cesa:
La acción de sellar final al resto de los 144.000 ungidos se acerca. La Atalaya 1.3.98, página 12, párrafo 18.
¿Cómo saben semejante cosa? Es algo que se alarga… se alarga. Sucede como sucedió con el asunto de “la generación que no pasará”. Aquí se acerca todo, pero nunca llega nada. Es la demagogia por la demagogia, el escribir y llenar páginas para no decir nada provechoso, pero sí muchas incongruencias.
El apóstol Pablo escribe a los corintios esclareciendo el significado de la cena del Señor. Advierte sobre el peligro de una celebración no acorde con lo expresado por el Señor y lo grave de participar del pan y el vino en esas condiciones, ya que supone “comer” y “beber” su propia condenación. La razón pues está ahí, en una manera incorrecta de llevar a cabo la celebración. Habrían de examinarse y, una vez restablecido el “conocimiento”, cuando “discernieran el cuerpo”, entonces podrían participar apropiadamente. Nada hay que sugiera averiguar si pertenecían a una u otra clase, en cuyo caso, al no poder cambiar de “clase” (supuestamente todos eran “ungidos), no habría lugar a la frase:
Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 1 Corintios 11: 28-29.
En cambio sí que podían cambiar la actitud y obrar en consecuencia. En ninguna parte de la Biblia se habla de otras condiciones para “comer” del pan y “beber” del vino que representan respectivamente la carne y la sangre del Señor Jesucristo. El propio Pablo les da el consejo apropiado:
Por consiguiente, hermanos: cuando os congreguéis para comer, aguardaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa, para que así vuestra reunión no sea para condena. Lo demás ya lo dispondrá cuando vaya. 1 Corintios 11: 33-34 (Nuevo Testamento. Versión Ecuménica).
No era la ocasión para ir a comer por separado o en grupo, sino para participar de la mesa del Señor. Quien por alguna circunstancia no podía aguantar, podía saciar el hambre en su propia casa y asistir dignamente a la conmemoración de la Cena del Señor. Ninguna alusión a examinarse si uno pertenece a una determinada “clase”, sino a considerar la manera de conducirse. La exposición que nos hace Pablo de la manera de celebrar la conmemoración de la Cena del Señor debe ser suficientemente esclarecedora para nosotros. No obstante hay algunos otros aspectos que podemos considerar.
Por ejemplo, ¿Cuántas veces debe celebrarse la conmemoración de la cena del Señor, en qué época y en qué lugar? La iglesia Católica establece que la comunión (el sacramento que se corresponde con “comer” del pan debe hacerse una vez al año, como mínimo, por Pascua florida). La misa, la realización “incruenta” de la muerte de Cristo, la celebran diariamente. Otras confesiones religiosas tampoco ponen límite a las veces que pueda celebrarse la conmemoración de la cena del Señor.
Justino, que vivió en el siglo segundo describe con algún detalle cómo ellos llevaban a cabo esta celebración. Entre otras cosas dice lo siguiente:
Y este alimento se llama entre nosotros “Eucaristía”, de la que a nadie le es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación… (Apología I 66: 1-2)
Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias y todo el pueblo exclama diciendo “Amén”. Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se entrega al presidente y él socorre de ello a huérfanos y viudas, a los que por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hayan en necesidad. Y celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día también en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos… (Apología I 67: 4-7).
Aunque hay algunos elementos no esenciales y, posiblemente, fuera de lugar, para entonces se había establecido una celebración de la “Eucaristía” (acción de gracias en griego, debido a que Jesucristo dio gracias en esa ocasión) el día primero de la semana, el domingo.
En los evangelios se describen las celebraciones de la Pascua judía de Jesucristo con sus discípulos, con extensión en los detalles de preparación para las mismas. En los escritos apostólicos, sin embargo no se relatan celebraciones en las que se hicieran arreglos ostentosos para conmemorar la muerte del Señor como si se tratara de un acontecimiento que se llevara a cabo en una fecha específica cada año. Por el contrario, parece que se estableció como una práctica habitual en las reuniones de los primeros tiempos el introducir la “fracción del pan”, término con el que se denominaba también el acto de conmemorar la muerte del Señor. Las palabras de Pablo que con anterioridad hemos considerado así lo dan a entender:
Por consiguiente, hermanos: cuando os congreguéis para comer, aguardaos unos a otros. El que tenga hambre, que coma en su casa, para que así vuestra reunión no sea para Condena.
Es evidente que, en ese contexto, sí estaba tratando explícitamente comer la Cena del Señor. También hay el testimonio de Lucas de que los primeros conversos así lo hacían:
Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. Hechos 2: 42. (BJ)
Todas esas eran prácticas en las reuniones cristianas, donde se ahondaba en el conocimiento de la enseñanza relacionada con Jesucristo, la nueva situación de la voluntad divina para la salvación, así como en la comunión de todos, compartiendo cosas, ayudándose, participando del mismo espíritu, orando unos por otros y dando gracias por la nueva fe. Y por supuesto participando del banquete espiritual en memoria de Cristo. Pablo menciona de alguna manera eso en estas palabras:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?. Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 1 Corintios 10: 16-17 (Valera)
¡Qué diferencia con esas reuniones insulsas, carentes del calor cristiano, centradas en una insistencia machacona de cómo “colocar” libros, revistas y toda clase de literatura, de mero márketing y sin un espíritu de comunión real! ¡Qué manera de perder el tiempo! Pero volvamos a lo nuestro.
Si tomamos como referencia el relato de Hechos 20: 7-11, notamos que Pablo en el tiempo que permaneció en Tróade, en la última etapa de sus viajes misionales, se reunió el primer día de la semana (domingo) con quienes estaban reunidos para “partir el pan”. Allí se alargó en su discurso hasta la media noche y, posteriormente antes de marcharse “partió el pan y comió”. Indudablemente en esa reunión, aparte la instrucción de Pablo, celebraron la conmemoración de la cena del Señor, como denota la expresión “partir el pan”. Dicha reunión tuvo lugar en domingo, pero no “comieron la cena” hasta bien avanzada la noche, quizá ya en la madrugada del día siguiente.
De todo ello, se deduce que era normal que los cristianos de aquellos tiempos incluyeran en sus reuniones un acto para conmemorar la muerte del Señor de la forma ya descrita. Parece que solían utilizar el domingo (primer día de la semana) como el día para llevar a cabo esa reunión y no había una hora predeterminada. Cualquier sitio era apropiado para tal ceremonia. Pablo lo hizo en un tercer piso y después de la media noche. Quizá ellos mismos llevaban el pan y el vino para la ocasión. Posiblemente, con el paso del tiempo y el crecimiento de las comunidades cristianas pudieron modificarse los arreglos, pero manteniendo siempre lo fundamental, es decir lo que ha quedado registrado en la Biblia, participar de los emblemas conscientes de su simbolismo y lo que representan, con fe en el sacrificio de Jesucristo, con el testimonio de una vida limpia, recordando agradecidamente y proclamando por ese acto la muerte del Señor, haciendo de la vida propia una que de verdad refleje la espera de la vuelta gloriosa de Jesucristo.
Todo lo demás admite matices y da lugar a detalles interpretativos en cosas secundarias. Puede llevarse a cabo en grupos pequeños o grandes, en un lugar público o privado, en familia, con amigos, o con toda la congregación, más tarde o más temprano. De las palabras de Pablo cabe entender que los Corintios se reunían para comer juntos, teniendo después alguna consideración de tipo espiritual e incluyendo la celebración de la Cena del Señor. Eso se prestaba a los abusos a los que se refiere en su carta y que trataba de corregir. En esas circunstancias era fácil que algunos cometieran excesos y otros se sintieran menospreciados. Difícilmente, entonces, se podría tener una celebración digna, distinguir lo grandioso del significado de los símbolos y participar dignamente de ellos. Ha de velarse para que lo esencial quede intacto, tal como se relata en la Palabra de Dios, quedando margen suficiente para diversidad en lo accesorio. Lo que no cabe es la discriminación de las personas en virtud de criterios de “clase”, de “privilegios” de corte sectario.
En la actualidad, eso es difícil que suceda, pero por exceso o por defecto, se han introducido una serie de doctrinas sin base en lo que se nos ha transmitido a través de la Escritura. Quienes se han esclavizado a cualquier doctrina humana que corrompe el sentido de la Palabra de Dios en esa cita cristiana, en lugar de aferrarse torpemente a sus ideas, adaptando la doctrina y la enseñanza a los criterios propios, desfigurando por completo el sentido de la fiesta, bien podían deponer su terquedad, examinar a conciencia su historia y la Sagrada Escritura, y rectificar humildemente, sin olvidar y meditando seriamente en el verdadero sentido de las palabras del apóstol:
Por lo tanto, el que coma del pan o beba de la copa del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo, y así coma del pan y beba de la copa; porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena.
A lo largo de la historia ha sido larga la controversia levantada en torno a esta celebración, atribuyendo diferentes significados a los emblemas y perdiendo mucho tiempo y energías en discusiones que han llevado a interpretaciones diferentes. En muchos casos, eso ha conllevado la elaboración de normativas artificiales e innecesarias, ya que no parece justificada tanta “reglamentación” para participar dignamente en esta fiesta que instituyó Jesús y para la que existe suficiente información bíblica directa.
En lo que toca a la extraña concepción del acto por parte de la Watch Tower, en lugar de aprovechar una ocasión, la más importante junto a la del bautismo, para atraer la atención hacia sí mismos, confundiendo la mente de las personas al hacer que una buena parte del tiempo de la reunión se dedique a explicar si se debe o no participar según se pertenezca o no a una “clase” elevada sobre el resto de los asistentes y ensalzada más allá de lo que a humanos corresponde, harían bien en colaborar para que se discerniera lo auténticamente importante, el Cuerpo de Cristo, a fin de centrar toda la atención en el valor de su muerte y no privar a otros del derecho a beneficiarse al proclamar la muerte de su Señor, mediante participar de los símbolos de su carne y sangre hasta que finalmente venga a darles la Vida en su gloriosa Parousía.
Raymond Franz recoge una pregunta que su esposa hizo a su tío, F. Franz, y la respuesta de éste después de haber escuchado el discurso que poco antes había pronunciado con ocasión del memorial de aquel año:
“Noté que no hizo mención alguna de las ‘otras ovejas’ en ninguna parte de su discurso. ¿Por qué fue esto?” El respondió que consideraba esa noche como una que pertenecía especialmente a los “ungidos”, y añadió, “Así que, yo me concentro en ellos”. Crisis de Conciencia, página 316 (subrayado nuestro).
Es difícil saber de qué parte de la Escritura se puede extraer semejante conclusión. Más difícil todavía resulta llegar a entender el sentido que tiene acaparar, por parte de unos pocos, toda la atención de un acto, instituido por Jesucristo, exclusivamente para hacer proclamación pública del valor de su muerte. Las palabras de Jesucristo fueron bien claras:
Haced esto en memoria de mí.
Desde el punto de vista de enfoque de atención a lo que pueda corresponder a las personas cristianas, esa celebración es un acto de comunión, de unidad, de igualdad de todos al participar del mismo pan y de la misma copa en comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. Las palabras de Pablo al respecto son claras y merecen ser consideradas de nuevo:
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?. Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un solo cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
Así las cosas, y debido a que, al revés de lo que dice La Atalaya, muchos (tal vez desde su infancia) puedan estar imbuidos por el espíritu que la Watch Tower ha introducido en esa celebración, hemos de hacer un esfuerzo por acomodarnos a lo que dice la Palabra de Dios, despojando a este acto de todo aquello que lo desvirtúe, no permitiendo que las pretensiones de unas personas ambiciosas se cuelen como intrusos dentro de las cosas sagradas, asumiendo el protagonismo que pertenece exclusivamente a Jesucristo y al recuerdo de su muerte.